La comunión de los Anabaptistas

Al sur de Ragatz y de la aldea suiza de Maienfeld, al sur de los montes nevados, llamados Falkni??y Scesaplana, donde el sol calienta los campos de nieve de Glarner y de los Alpes Rhaetianos, yace el profundo valle del Domleschg. Yace en una parte que no era ni suiza, ni alemana, ni francesa, sino romanosh1.

El romanosh es la lengua que se habla en los Grisons (montañas grandes y grises) de Suiza. Es un dialecto latino, similar al español y al rumano. Llegó a los Grisons a través de los inmigrantes de Roma, Italia, que se establecieron allí, unos mil años antes de que naciera Jorge Cajacob en Domleschg, en la aldea de Bonaduz. Por hablar romanosh, a Jorge se le facilitó más el latín que el alemán. En 1531, a sus veintiún años, terminó sus estudios en la Universidad de Leipzig, Alemania, y se convirtió en un sacerdote católico.2 Regresó a los Grisons y sirvió por dos años en Trins, a lo largo del río de Bonaduz, donde el valle de Domleschg se encuentra con el cañón del Rin alto.

Jorge decía la missa fidelium. Bautizaba bebés. Escuchaba confesiones y absolvía a la gente de sus pecados. Pero él bien sabía que tanto él como la gente que él ministraba vivían en pecado, y no se sentían perdonados. Él era un hombre joven alto y enérgico de complexión robusta. La gente lo llamaba Jorge el fuerte. Pero él era débil. Vivía bajo el poder del pecado y no tenía fuerzas para vencerlo. Después de dos años, su conciencia lo impelió a abandonar el sacerdocio y se casó.

El casarse no libertó a Jorge del pecado. Todavía se sentía débil en la tentación y anhelaba conocer a Cristo. Así que viajó al norte con su joven esposa, para buscar ayuda en la ciudad protestante de Zúrich.

Los protestantes desilusionaron a Jorge. No seguían a Cristo. Pero el Espíritu de Dios se movió en su corazón cuando conoció a Félix Manz, Conrado Grebel, y a otros buscadores, en la casa de Félix Manz, una tarde de invierno, el 21 de enero de 1525. Jorge le pidió a Conrado que lo bautizara. Después Jorge mismo bautizó a los otros y recordaron a Cristo, partiendo el pan y bebiendo el vino juntos.

No mucho después de esto, las autoridades protestantes atraparon a Jorge Cajacob, ahora por sobrenombre Blaurock,3 y lo encarcelaron en la Hexenturm (La torre de la bruja) en Zúrich. Él escapó varias veces, pero lo aprehendieron otra vez y lo llamaron a comparecer ante la corte de Ulrico Zwinglio en la ciudad.

Zwinglio le llamó a Jorge un “gran soñador tonto, demasiado ignorante como para leer alemán correctamente.” Acusó a Jorge y a sus compañeros de “burlarse de la iglesia,” de tratar de “fundar una iglesia dentro de la iglesia”, y de derrocar “las autoridades divina y humana.” Para Zwinglio y para la corte protestante, era especialmente ofensiva la manera como Jorge bautizaba a la gente y celebraba la Santa Cena en casas ordinarias, en secreto, y sin permiso. A esto, Jorge contestó:

Cristo el Señor envió a sus discípulos a enseñar a toda la gente y les dio poder para conceder la remisión de los pecados y, como una señal externa del perdón, bautizarlos. Cuando yo también enseñé esto, algunos se volvieron a mí con lágrimas en los ojos y me pidieron que los bautizara. Yo no podía rehusarme. Los bauticé de acuerdo con su deseo e invoqué el nombre de Cristo por ellos. Enton- ces les enseñé amor y unidad, y a tener todas las cosas en común, como los apóstoles nos ordenaron. Les enseñé que debían de recordar siempre la muerte de Cristo y su Sangre derramada. Les mostré la práctica de Cristo en la comida nocturna. Partimos el pan y tomamos el vino juntos para que recordaran que son redimidos por un cuerpo de Cristo y hechos limpios por una sangre, y que mediante esto, ellos son hermanos y hermanas en Cristo el Señor. 4

Una comida nocturna

El 5 de febrero de 1525, Hans Ockenfuoss testificó ante la corte protestante de Zúrich: “Hace dos semanas, yo estaba en Zollikon en la casa de Jacob Hottinger. Conrado Grebel y otros hombres estaban allí. Ellos hablaron acerca del bautismo y de la comida nocturna. Después de eso, Conrado tomó un pedazo de pan y lo dividió entre nosotros. Él también comió de él, y dijo que de ese momento en adelante, queríamos vivir una vida cristiana.” Leonardo Schiemer escribió desde la prisión de Rattemberg en el Inn:

Aquellos que se han vuelto un solo cuerpo y un solo pan en Cristo, aquellos que tienen la misma mente y el mismo sentir (gleichgesinnt), deben guardar la comida nocturna en recuerdo de Su muerte. A través de esto, todos deben ser amonestados a volverse parecidos a Cristo, en obediencia al Padre.5

Hans Bretz escribió desde el calabozo del castillo de Passau, Baviera: Noten bien el consejo de Dios: Cristo ha dejado el patrón para una comida nocturna de pan y vino para su comunidad: la comunidad que se guarda del pecado. Si esta co- munidad come la comida nocturna en recuerdo de Él, la muerte no va a prevalecer sobre ella, o tomarle de improviso. 6

Apiñados alrededor de Cristo

Cuando empecé a leer lo que los anabaptistas escribieron, me llamaron la atención dos expresiones. Una era el hecho de que mencionaban a Cristo como nuestro Hauptman (Capitán u “Hombre Cabeza”). La otra era el término kleiner Hauf refriéndose a los seguidores de Cristo. Kleiner Hauf literalmente significa una pila o montón de cosas, y a veces un tropel de gente. Primero, no podía imaginarme así a los seguidores de Cristo. Pero cuando empecé a ver el lugar que le daban a Cristo en el movimiento anabaptista, se hizo bastante claro. Cristo es el Capitán, y sus seguidores se apiñan juntos alrededor de Él. “Mira a tu Capitán… Corre de un salto al lado de tu Capitán,” escribió un escritor del Ausbund. 7Aquellos que siguen a Cristo hacen esto continuamente, para recibir instrucciones de parte de Él.

Practicada muy a menudo y usada mucho

Los primeros cristianos se apiñaban alrededor de Cristo partiendo el pan y bebiendo el vino en memoria de Él cuando se reunían. Los anabaptistas, tanto por amor como por necesidad, hacían lo mismo.

Cristo era el enfoque de su comunión. A partir de Cristo mismo en el centro, surgía e irradiaba el amor, la santidad, el evangelismo, el bautismo, la disciplina, la dirección, y la comunión de los que partían el pan y bebían el vino para recordarlo. El pan y el vino les ayudaba a los anabaptistas a recordar el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Pero partían el pan y daban gracias por otra razón también: para seguir el ejemplo de Cristo. Cristo partió el pan y bebió el vino en comunión con sus discípulos.

“…Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi Sangre, haced esto en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que Él venga.” 1ª Corintios 11:24-26.

Después de su resurrección, Cristo partió el pan y dio gracias el primer día de la semana. Los apóstoles y los primeros cristianos hacían lo mismo cada semana.

Primero practicado por Cristo mismo, el partimiento del pan y el beber del vino, era un testimonio externo de la comunidad interna de los cristianos. A la luz de esto, los anabaptistas escribieron en su primera declaración de unión como hermandad:8

Cada vez que nos reunimos como hermanos, debemos tomar la comida nocturna juntos, para proclamar de esta manera la muerte del Señor. Al hacer esto, nos ayudamos los unos a los otros a recordar cómo Cristo se entregó a sí mismo y cómo su Sangre fue derramada en libación por nosotros. De la misma manera, nosotros debemos estar dispuestos, por causa de Cristo, a entregar nuestros cuerpos y nuestras vidas por los hermanos.9

Los primeros anabaptistas no se imaginaban un culto formal de iglesia sin celebrar el partimiento del pan. La adoración cristiana sin la eucaristía era desconocida antes del siglo dieciséis. (La palabra griega usada por Pablo en 1ª Corintios 10:16, traducida como “bendición”, y usada en 1ª Corintios 11:24, también por Pablo, traducida como “dado gracias,” es ???????????(“eucaristía”), y significa “dar gracias,” o “acción de gracias.”)

Miguel Sattler escribió: No olviden las reuniones, sino pongan todo su esfuerzo para tenerlas regularmente. Oren juntos por todos los santos, y partan el pan juntos, tanto más frecuentemente, cuanto ven que el Día del Señor se acerca.10

Cuando varios anabaptistas fueron interrogados ante la corte Dutch en 1534 acerca de lo que hacían en sus cultos, ellos contestaron: “En nuestras reuniones, leemos y dialogamos acerca del Evangelio, después de lo cual, alguno de nosotros parte el pan y lo distribuye a todos, sabiendo que el pan no puede salvarnos, sino que sólo es tomado en memoria del sufrimiento de nuestro Señor.”11 Tanto en el sur (Suiza, Austria, y Alemania del sur), como en el norte (el valle del Rin bajo y Holanda), los anabaptistas se reunían para la comida nocturna, por lo menos una vez a la semana. “Pequeños compañerismos de anabaptistas surgieron como hongos, por todas partes,” se lee en un reporte, “Se turnaban de casa en casa para tener sus reuniones, y así permanecer inadvertidos, donde leían y estudiaban las Santas Escrituras y conmemoraban una comida nocturna.”12

Conrado Grebel declaró en una de sus cartas: “La comida nocturna debe ser practicada muy a menudo, y usada bastante.”13

Una fiesta nupcial

En el sur de Alemania, los anabaptistas hablaban del bautismo como la señal del desposorio (Verlobung) de un creyente con Cristo, y de la Santa Cena como la Fiesta Nupcial en la que el pan y el vino eran los anillos.

En Holanda, Menno Simons escribió: ¡Oh, deleitosa asamblea y fiesta nupcial cristiana! Fiesta ordenada por el Señor mismo. El placer carnal y el apetito carnal no tienen lugar aquí. ¡Pero misterios santos y gloriosos son puestos delante de y deseados por los verdaderos creyentes en el vino y el pan!

¡Oh, deleitosa asamblea cristiana! No hay cantos sin sentido, sino paz y unidad entre los hermanos. Palabras de gracia. Beneficios gloriosos. ¡Favor, amor, servicio, lágrimas, oraciones, la cruz y la muerte son puestas con agradecimiento glorioso y santo gozo!

¡Oh, deleitosa fiesta cristiana! Los no arrepentidos no están invitados. Rameras, pícaros, adúlteros, ladrones, tiranos, mentirosos, y los que derraman sangre, deben estar afuera. Pero los verdaderos cristianos vienen. Nacidos de Dios, andando con Cristo, vienen al amor y creen. Son miembros de su cuerpo, carne de su carne, y hueso de sus huesos.

¡Oh, deleitosa asamblea y fiesta nupcial cristiana! No hay glotones comiendo y bebiendo. No hay vanidad de flautas y tambores. Pero las almas hambrientas son saciadas con el Pan del cielo, la divina Palabra. Beben el vino del Espíritu Santo, cantan, y andan en paz delante del Señor.14

Un misterio

Los anabaptistas hablaban de la comida nocturna como un Geheimnis (secreto o misterio), y como el segundo sacramento. Gabriel Ascherham escribió:

El beber de la copa simboliza la comunidad que tenemos en la Sangre de Cristo. Aquellos que beben de ella se vuelven uno en la naturaleza de Cristo, a través del Espíritu Santo. Es este entendimiento de los sacramentos lo que hace el pan y el vino santos cuando se participa de ellos con acción de gracias en memoria de la muerte de Cristo. Debemos comer el pan y beber el vino con respeto solemne para con Dios, como los hijos de Israel comieron la pascua, porque Cristo nos deja ver a través de ella cómo somos un solo pan y un solo cuerpo con Él.15 Menno Simons escribió:

Creemos y confesamos que la comida nocturna es una señal sacramental santa, instituida por el Señor mismo en pan y vino, y dejada a sus discípulos en memoria de Él.16 Pero los anabaptistas no creían que el pan y el vino tuvieran algún poder mágico salvador. No partían el pan para liberarse del pecado, sino como un acto de gratitud, como los primeros cristianos, que le llamaban a esa ceremonia, la “eucaristía” (agradecimiento, gratitud.) Dirk Philips escribió:

Para que no olvidemos nuestra Pascua (la Obra de Cristo), Él nos dejó la comida nocturna del pan y el vino, para que en el partimiento de pan y la participación de la copa, recordemos con gran gratitud su Cuerpo que fue ofrecido y molido por nosotros.17

Una parábola

La obra Didache (Doctrina) o Enseñanza de los doce apóstoles, escrita en el primer siglo después de Cristo por los primeros cristianos , dice:

Como este pan partido, alguna vez disperso por los montes, fue traído junto y se volvió un solo pedazo de pan, así Tu iglesia es traída junta de los fines de la tierra a Tu reino. Esta parábola, conocida por los anabaptistas, aparece muchas veces en sus cantos y escritos. Un escritor del Ausbund escribió: Así es como Cristo les enseñó a sus discípulos a guardar la pascua en su carne: partió el pan y dio las gracias. Les dio la copa y bebieron… con el pan, les mostró que el que tiene Su Espíritu, pertenece a Él, se vuelve una sola carne con Él, un miembro de su cuerpo y de su comunidad por la cual Él murió. Él murió para redimir a su comunidad de este mundo. Como un pan está compuesto de muchos granos, y el vino de una copa está compuesto de muchas uvas, así todos los verdaderos cristianos son un pan y un vino en Cristo el Señor. Él nos sostiene y nos da verdadero amor en comunión con Él.18

Menno Simons escribió: Así como el pan natural está hecho de muchos granos molidos en el molino, amasados con agua y cocinados en el fuego, así es la comunidad del Señor. Los verdaderos creyentes han sido quebrados en sus corazones con el molino de la Palabra de Dios. Luego han sido bautizados con agua del Espíritu Santo, y formados por el fuego del amor puro en un cuerpo.19

Dirk Philips escribió: En verdad es maravillosa y bendita la unión donde todos los cristianos son un pan y un cuerpo en Cristo Jesús. Son un pan… horneado en el fuego del amor. Son bautizados en un Espíritu y en un cuerpo, y tienen que ser, como el cuerpo natural, un alma y un corazón. Se sirven unos a otros, se ayudan unos a otros, se consuelan unos a otros, como los miembros de un cuerpo natural.20

Pedro Rideman escribió: Cristo dijo: “Este es el nuevo pacto en mi sangre.” Nos llevó a un nuevo pacto de gracia para que ahora seamos un cuerpo y un pan con Él… Por lo tanto, la comida nocturna es una señal de comunión en su cuerpo. Cada miembro declara ser de la misma mente, corazón, y espíritu de Cristo.21

Los creyentes celebran la comida nocturna como un memorial de los favores y la muerte de su Señor, y como una provocación al amor fraternal.22

Una reunión de anabaptistas en Estrasburgo en 1568, acordó la siguiente declaración de fe:

En el partimiento del pan, ninguna regla debe ser hecha acerca de si el siervo lo parta y lo dé a la gente, o si la gente lo parta y tome por sí misma. Sólo que sea hecho en un espíritu de unidad para que todos participen con una conciencia limpia y sean un cuerpo y sean quebrantados en Cristo.23

Antes de que lo decapitaran en Schwatz, Austria, en 1528, Hans Schlaffer escribió: El cuerpo de Cristo en la tierra es la comunidad de aquellos que creen en Él. Quien come del pan de la comida nocturna expresa con eso, su deseo de vivir en comunidad con su cuerpo y de ser parte de él en todas las cosas, su deseo de adherirse a la comunidad en gozo y tristeza, abundancia y pobreza, honor y vergüenza, llanto y regocijo, muerte y vida. Expresa su deseo de dar todo lo que tiene, hasta su cuerpo y su vida por sus hermanos, así como Cristo se dio a sí mismo por nosotros. 24

La comida nocturna en la práctica

Para representar la unidad de Cristo y de su cuerpo, los anabaptistas usaban un pan de trigo ordinario en su comida nocturna. Tanto por su deseo de seguir el patrón de los primeros cristianos, como por el gran peligro que conllevaba, esto era hecho, casi siempre tarde en la noche (por eso le llamaban “comida nocturna.”)

Menno Simons escribió: Cristo dejó con su comunidad el alimento santo del pan y el vino como recordatorio de su muerte. Pero esto ha sido cambiado en una mercadería. ¿Se le permite ahora a un cristiano observar la comida diurna papal, errante, y desviada, rechazando la comida nocturna del Señor?25 Conrado Grebel también creía que “la comida nocturna debería ser celebrada en la tarde o noche, según el ejemplo de Cristo y de los apóstoles, pero no se debe fijar o regular una hora exacta.”26 Algunos anabaptistas partían el pan, de acuerdo con un reporte de Holanda, estando sentados alrededor de una mesa larga. En Suiza, Conrado Grebel advirtió en contra de usar obleas y panes sin levadura.

En Schlatten am Randen, el 24 de febrero de 1527, un grupo de anabaptistas suizos y del sur de Alemania, escribieron una declaración de creencia en la que dice que una de las tareas del siervo es “levantar el pan cuando está para ser partido.”

Examínense

“Todos los que vienen a la comida nocturna deben aprender lo que significa comer el pan y tomar el vino. Todos deben aprender cómo debe ser usado, y quién debe comerla,” escribió Menno Simons. “También instruimos a la gente a que se examine a sí misma como Pablo enseña, no sea que se consuelen con una señal externa y estén faltos de su significado. Aquellos que no conocen a Cristo y aquellos que ignoran sus mandamientos, comen y beben de la mesa del Señor para su propia condenación.”27

“La disciplina, de acuerdo con la regla de Cristo en Mateo capítulo dieciocho, debe venir antes de la comida nocturna,” escribió Conrado Grebel, “porque el amor es destruido si uno tiene comunión con falsos hermanos.” 28

La declaración Schlatten del acuerdo de hermanos, dice: Todos aquellos que quieren comer pan en memoria del cuerpo quebrado de Cristo, y todos aquellos que desean beber de la copa en memoria de la sangre derramada de Cristo, deben unirse de antemano al cuerpo de Cristo. Ese cuerpo es uno. Es la comunidad de Dios, de quien Cristo es la Cabeza. Nos unimos a ella en el bautismo. Como Pablo dice, no podemos participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. No podemos beber al mismo tiempo la copa del Señor y la copa de los demonios. Todos los que viven en comunión con las obras de muerte de las tinieblas no tienen parte en la luz. Todos los que siguen al diablo y al mundo, no tienen parte con aquellos que son llamados por Dios a salir del mundo.

Todos los que viven en iniquidad no tienen parte en el bien. Por esta razón, todos los que no son llamados por Dios a una fe, un bautismo, un Espíritu, y un cuerpo con los hijos de la comunidad de Dios, no pueden llegar a ser un pan con ellos, así como llegamos a ser uno cuando partimos el pan juntos de acuerdo al mandamiento de Cristo.29

En su Confesión de los cristianos afligidos, Menno Simons habló de “la comida nocturna del Señor con sus símbolos y misterios.” A eso, añadió lo siguiente:

Si quieres ser un invitado a la mesa del Señor y participar de su pan y vino como debe ser, también tienes que ser su discípulo. Tienes que ser un cristiano justo… Examínate antes de comer y beber. No puedes burlar a Dios. El sólo comer pan y beber vino, no le agrada. ¡Oh, no! Dios dejó este sacramento para que tú te conformaras cuidadosamente a lo que representa. No la ceremonia misma, sino la materia que representa, es lo que te hace un cristiano verdadero.

Comunidad interna y externa

Los anabaptistas creían que la comida nocturna, como el bautismo, es un testimonio externo (Mitzeugnis) de una comunidad o comunión interna con Cristo. Ellos enseñaban que la comunión interna sin el testimonio externo del pan está incompleta. Jaques d ´Auchy, martirizado en Leeuwarden en 1559, llamó “herejes” y “destructores del partimiento del pan” a aquellos que espiritualizaban el significado de la comida nocturna. Pero los anabaptistas también creían igual de fuertemente que el testimonio externo sin la comunión interna era no sólo incompleta e inútil, sino hasta dañina. “¿De qué sirve que comamos la comida santa si no disfrutamos del fruto que ella representa: la muerte a uno mismo, el amor y la unidad?” preguntó Menno Simons. “La comunión externa no apro- vecha para nada si no vivimos en comunión interna con el Señor y con su Cuerpo.”30 En otro artículo, Menno escribió:

Sea el emperador o el rey, un rico o educado, todos los que se sientan a la mesa del Señor con un corazón orgulloso se sientan y participan de la mesa para su propia condenación. Todos los que se jactan del nombre del Señor pero rechazan sus mandamientos y ejemplo irreprensible, comen y beben para su propia condenación. Todos los que aman casas, tierras, posesiones, amigos, hijos, el mundo, el favor, la comodidad, y el honor de esta vida más que a Cristo, comen y beben para su propia condenación. El que se sienta y come con los invitados de Cristo en la mesa del Señor debe ser sano en la fe e irreprensible en vida y conducta. Que sea rico, pobre, de alta o baja estima, emperador, rey, príncipe, caballero, o noble, nadie queda exceptuado de esta regla. Los piadosos no pueden participar de la comida nocturna con aquellos que yerran en doctrina y/o cuyas vidas son carnales. Tales personas no están en Cristo. Deben quedar fuera hasta que se arrepientan y así lleguen a ser uno en espíritu con Cristo y con su Cuerpo.31

Sin el arrepentimiento, ni el agua, ni el pan, ni el vino, valen en Cristo, ni aunque fueran administrados por los apóstoles mismos. Lo que vale delante de Dios es una nueva creación, un corazón convertido, cambiado y quebrantado, un verdadero temor y amor a Dios, un amor por el prójimo, una vida sujeta, humilde, sobria, y pacífica de acuerdo con el ejemplo de Cristo. Donde hay tal nuevo ser, hay un verdadero bautismo y una verdadera comida. Ser bautizado externamente y participar de la comida nocturna meramente en letra y en apariencia, pero no internamente delante de Dios, es imitar la obra de Dios. Es engaño e hipocresía.32

Un escritor del Ausbund escribió: El Espíritu nos viste con un nuevo vestido cuando venimos a Él, cuando su amor arde dentro de nosotros, y cuando confesamos sus obras en nuestra carne. El viejo vestido debe ser desechado y la vieja levadura anulada, para que su obra sea hecha dentro de nosotros. Los odres viejos no pueden contener el vino nuevo. El viejo hombre no puede comprender a Cristo. Odia a Cristo y no puede andar en el mismo camino con Él.33

Sin superstición

Los anabaptistas valoraban tanto el sacramento de la comida nocturna, que participaban de ella aun al costo de sus propias vidas. Pero rechazaron la superstición que había crecido en torno a la missa fidelium de la Edad Oscura.

Ámsterdam, centro de la actividad anabaptista en el norte, era sólo uno de los tantos sitios de peregrinaje de los países alemanes de Europa. Miles de peregrinos venían a Ámsterdam cada año a visitar su heilige Stede (lugar santo) erigido en el lugar de un milagro supuesto que había tenido lugar en 1345. Un hombre enfermo había recibido la hostia allí. La había vomitado. Su esposa trató de quemarla, pero las flamas no la consumieron. Los líderes católicos declararon esto un milagro y dejaron venir a una gran ola de peregrinos que incrementaron grandemente la prosperidad y fama de Ámsterdam a través de los siglos subsecuentes.

Los sacerdotes alemanes y holandeses contaban historias de cómo la hostia salvó milagrosamente a los cristianos de mano de los musulmanes, y cómo sanaba a los ciegos, los enfermos, y los lisiados. Un cordero podía ser librado de mano de un lobo por la hos- tia. Un sacerdote en una ocasión puso una hostia en la lengua de una vaca y la curó. Muchas eran las historias de cómo la hostia sangraba cuando era rota, y se podía convertir en un niño. La gente creía que si uno comía suficiente hostia, no iba a envejecer.

Cuando los anabaptistas, en medio de esto, empezaron a enseñar que el pan y el vino no se convertían en el cuerpo y la sangre del Señor, y que debíamos tener comunión espiritual con Cristo, pero no en los elementos de la comida nocturna, acarrearon la ira de toda Europa sobre ellos.

Un sacerdote influyente de Ámsterdam comparó a los anabaptistas con las plagas de Egipto, y convocó a la gente para que orara en el heilige Stede para que un milagro ahuyentara a estas “ranas y puercos demoniacos.” Usó posters y panfletos en su cruzada contra los anabaptistas. Una de las ilustraciones de esos pósters mostraba a una mujer recogiendo la hostia vomitada de las flamas con un círculo de ángeles arrodillándose alrededor de ella en adoración de la hostia. Venía junto con un texto lamentando el hecho de que la gente estaba “perdiendo el respeto por la tradición apostólica, las ceremonias de la iglesia, y las declaraciones de los santos padres.” Los anabaptistas respondieron tranquilamente. Menno Simons escribió:

No se nos ordena en las Santas Escrituras discutir acerca de los elementos tangibles de la comida nocturna, porque de qué sustancia está hecho el pan y el vino, puede ser sentido, visto, y saboreado. Más bien, debemos esforzarnos por conformarnos a lo que los elementos representan. 34

Conrado Grebel escribió: La misa no debe ser reformada, sino abolida. La comida nocturna debe ser restaurada como los apóstoles la practicaron. Sólo las palabras de Cristo deben ser usadas, y no deben ser tratadas como si tuvieran algún significado mágico. Para evitar una devoción supersticiosa y una apostasía de lo espiritual, todo lo que se halle fuera de lo ordinario debe cesar. La comida nocturna no debe ser acompañada por ningún pan especial, ninguna copa especial, ninguna costumbre o vestimenta sacerdotal, ningún canto especial. Es una comida de comunión y no debe ser tomada a solas… todos los detalles de la comida nocturna deben recordarle al creyente, el cuerpo y la sangre de Cristo, y el testimonio de la cruz, para que los que participan estén dispuestos a vivir y sufrir por causa de Cristo y de los hermanos; la Cabeza y los miembros del Cuerpo, respectivamente.35

Comunión con Cristo

El sacramento del pan y el vino sólo tiene significado cuando “conocemos a Cristo y la participación (comunión) de sus padecimientos, llegando a ser semejantes a Él en su muerte.” Un anabaptista anónimo escribió:

Todos los miembros del cuerpo de Cristo hacen su obra y su voluntad, incluso hasta la muerte. Se han vuelto un pan con Cristo, un pan que es quebrado como Él fue quebrado por nuestros pecados. Cristo es el Pan de vida. Él dio su carne y su sangre por nosotros, y el Espíritu nos enseña cómo comerlas bien…

El cordero era comido con hierbas amargas de tristeza, porque el que no quiere sufrir con Cristo, y el que no come su carne y su sangre, el que todavía está preocupado por la cruz y la tribulación, no puede estar en el Cuerpo de Cristo. El cordero debía ser comido completamente. Nada debe ser dejado, de principio a fin. En toda aflicción y necesidad, no nos atrevemos a alejarnos del Cordero. Debemos mantenernos en la unión más cercana con Él, no permitiendo que nuestra fe en Él o nuestro amor por Él se enfríen.

Luego, lo que queda de la pascua, debe ser quemado. Este es el fin, cuando la carne muere completamente en aflicción y necesidad. Debemos guardar el pacto de acuerdo a su voluntad, y Él, después de un tiempo, pondrá fin a todos nuestros sufrimientos.36

Después de que lo golpearon y lo desterraron de Zúrich en el mismo día en que ahogaron a Félix Manz, Jorge Blaurock viajó por las montañas de Suiza y Austria, enseñando, bautizando, y partiendo el pan en nombre de Cristo. Regresó a los Grisons y habló a su propia gente, llamándolos a levantarse y seguir a Cristo para encontrar el perdón de sus pecados. Muchos creyeron y grandes números se empezaron a reunir en secreto para oírle hablar–hasta que las autoridades austriacas lo aprehendieron cerca de Klausen (ahora Chiusa, Italia), el 14 de agosto de 1529. Allí lo torturaron en el castillo de Guffidaun, lo condenaron con una lluvia de acusaciones, y lo quemaron en la estaca el 6 de septiembre de 1529. Antes de su muerte, él escribió:

¡Prepara para nosotros Tu comida nocturna, oh, Dios, por medio de Jesucristo, Tu Hijo Amado! Vístenos con Tu Espíritu. ¡Líbranos de la muerte y del sufrimiento! Cuando comamos por último de esa comida nocturna, ¿Quién nos espera? ¡Aquel que conoce nuestros corazones y que nos redime de nuestro pecado!

¡Benditos aquellos que son invitados a la comida nocturna del Señor! Benditos los que permanecen con Él en toda tribulación. Él sufrió. Él colgó de la cruz, y aquellos que lo siguen tienen que sufrir ahora. ¡Oh, Señor, danos amor puro! ¡Danos amor para caminar con gozo en el camino! Cuando venga nuestra hora, que no seamos como las vírgenes insensatas, que hallaron la puerta cerrada. Clama- ron: “¡Señor, Señor!” Pero su aceite se había acabado porque estaban durmiendo.

Bendito el que vela como las vírgenes prudentes. Éste heredará las posesiones eternas, y sus ojos verán la claridad de Dios. ¡El Rey vendrá con el estallido de su trompeta! ¡Los elegidos se unirán a su desfile! Por lo tanto, oh, Sion, santa comunidad, ¡observa lo que has recibido! Consérvalo, y consérvate pura. ¡Entonces heredarás la corona!37

En santa comunión con Cristo, los anabaptistas lo siguieron…

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