CRISTO, LA DIVINIDAD DE

I. La divinidad del Hijo
II. Antes de toda la creación
III. La relación del Hijo con el Padre
IV. Su humanidad

I. La divinidad del Hijo (Volver arriba)

Sería bastante dificultoso entender la mayor parte de los escritos de los primeros cristianos sin apreciar los significados y la importancia de la palabra griega logos, particularmente cuando se la usa como un título de Cristo. Ya que las versiones españolas que usamos mayormente la traducen como Verbo o Palabra cuando este título se refiere al Hijo, los lectores casi no pueden apreciar el término logos y su importancia. Logos es un término intraducible, porque en griego éste significa más que simplemente palabra o verbo. En la gama de su significado podría incluirse “razón,” “principio racional” e incluso “mente.” Los primeros cristianos usan el término logos extensamente cuando hablan del Hijo de Dios. Cuando Juan se refiere al Hijo como el Logos de Dios, los primeros cristianos entendían que el Hijo es el eterno principio Racional del Padre, el consejero del Padre antes de todas las edades.

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Juan 1:1

Yo y el Padre uno somos. Juan 10:30

Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con ustedes, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? Juan 14:9

Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Juan 20:28

Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro de tu reino. Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros. Hebreos 1:8-9

Sólo hay un médico, de la carne y del espíritu, engendrado y no engendrado, Dios en el hombre, verdadera Vida en la muerte, hijo de María e Hijo de Dios, primero pasible y luego impasible: Jesucristo nuestro Señor. Ignacio (105 d.C.)

Hermanos, tendríamos que pensar en Jesucristo como Dios y como Juez de los vivos y los muertos. Segunda de Clemente (150 d.C.)

Nosotros hemos aprendido que Cristo es el primogénito de Dios, el cual, como ya hemos indicado, es el Logos, del cual todo el género humano ha participado. Justino Mártir (160 d.C.)

El Padre quiso que éste se hiciera hombre por medio de una virgen, como antes se había hecho fuego para hablar con Moisés desde la zarza... Ahora bien, que Cristo es Señor y Dios, Hijo de Dios, que en otros tiempos se apareció por su poder como hombre y como ángel y en la gloria del fuego en la zarza y que se manifestó en el juicio contra Sodoma, lo he mostrado ya largamente. Justino Mártir (160 d.C.)

No estamos locos helenos, ni predicamos tonterías, cuando anunciamos que Dios apareció en forma humana. Ustedes, que nos insultan, comparen sus mitos con nuestras narraciones. Taciano (160 d.C.)

Ni el Señor, ni el Espíritu Santo (por los profetas), ni los apóstoles jamás habrían llamado Dios de modo absoluto y definitivo al que no lo fuese verdaderamente; ni habrían llamado Señor a ninguna otra persona, sino al Dios Padre soberano de todas las cosas, y a su Hijo que recibió de su Padre el señorío sobre toda la creación, según aquellas palabras: “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos como estrado de tus pies.” En este pasaje se presenta al Padre conversando con el Hijo; él “le ha dado las naciones por herencia” y le ha sometido a todos sus enemigos. Y como el Padre es en verdad Señor, y el Hijo es en verdad Señor, con razón el Espíritu Santo los llamó con el título Señor. Ireneo (180 d.C.)

Pero volvamos al tema que estábamos tratando. Ha sido declarado con toda evidencia que los predicadores de la verdad y apóstoles de la libertad, a ningún otro llamaron Dios o Señor, sino al único Dios verdadero, el Padre, y a su Verbo que tiene la soberanía sobre todas las cosas. Ireneo (180 d.C.)

Que ninguno de entre todos los hijos de Adán sea llamado Dios por sí mismo, o proclamado Señor, lo hemos demostrado por las Escrituras; y que Él solo entre todos los hombres de su tiempo sea proclamado Dios y Señor, siempre Rey, Unigénito y Verbo encarnado, por todos los profetas y apóstoles y aun por el mismo Espíritu, es cosa que pueden ver todos aquellos que acepten un poco de la verdad. Ireneo (180 d.C.)

Y, finalmente, el Padre se manifestó en su Verbo hecho visible y palpable: todos vieron al Padre en el Hijo, aunque no todos creyeron en él. Pues lo invisible del Hijo es el Padre, y lo visible del Padre es el Hijo. Por eso, mientras él estuvo presente, todos lo reconocían como Cristo y lo llamaban Dios. Ireneo (180 d.C.)

Luego el mismo Cristo es, con el Padre, Dios de los vivientes, el que habló a Moisés, el que se manifestó a los padres. Ireneo (180 d.C.)

En cambio, su Verbo, por medio del cual hizo todas las cosas y que es su propia potencia y sabiduría, tomando la figura del Padre y Señor del universo, fue el que se presentó en el paraíso en forma de Dios y conversaba con Adán. La misma Escritura divina nos enseña que Adán decía haber oído su voz. Teófilo (180 d.C.)

(Cristo), hijos míos, es semejante a Dios, su padre, de quien es precisamente Hijo, sin pecado ni reproche y sin pasiones en su alma, es el Dios sin mancha en forma de hombre, servidor de la voluntad del Padre, el Logos Dios, que está en el Padre, que está a la derecha del Padre, Dios también por su figura. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Preguntemos a esos sabios: ¿El Cristo que hoy ha sido reengendrado es ya perfecto, o, lo que sería del todo absurdo, le falta alguna cosa? En este caso, forzoso es que aprenda; pero es imposible que aprenda alguna cosa, porque es Dios. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

De ningún modo se observa a Cristo como un ángel: como Gabriel o Miguel. (Tertuliano 210 d.C.)

Cristo es el Dios superior a todas las cosas. Hipólito (200 d.C.)

II. Antes de toda la creación (Volver arriba)

Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad. Miqueas 5:2

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. Juan 8:58

Este Verbo, que era desde el principio, apareció ahora y, con todo, se probó que era antiguo, y es engendrado siempre de nuevo en los corazones de los santos. Este Verbo, digo, que es eterno, es el que hoy es contado como Hijo. Epístola a Diogneto (125-200 d.C.)

El Hijo de Dios es más antiguo que toda su creación, de modo que fue el consejero del Padre en la obra de su creación. Por tanto, también Él es antiguo. Hermas (150 d.C.)

En cuanto a su Hijo, el único a quien con propiedad se llama Hijo, el Logos que está con él, siendo engendrado antes de las criaturas, cuando al principio creó y ordenó por medio de él todas las cosas, se le llama Cristo a causa de su unción y de que fueron ordenadas por medio de él todas las cosas. Justino Mártir (160 d.C.)

A nosotros nos ha revelado él cuanto por su gracia hemos entendido de las Escrituras, reconociendo que él es el primogénito de Dios anterior a todas las criaturas. Justino Mártir (160 d.C.)

Así pues, si alguien nos pregunta: “¿Cómo el Padre emitió al Hijo?,” le respondemos que esta producción, o generación, o pronunciación, o parto, o cualquier otro nombre con el que quiera llamarse este origen, es inexpresable. Ireneo (180 d.C.)

Este Hijo siempre existe con el Padre, y desde el principio revela al Padre, a los ángeles, arcángeles, potestades, poderes, y a todos aquellos a quienes Dios quiere revelarse. Ireneo (180 d.C.)

Mas el Verbo de Dios no elevó a Abraham a su amistad porque le hiciese falta, pues es perfecto desde siempre, en efecto, dijo: “Antes de que Abraham fuese, yo existo.” Ireneo (180 d.C.)

Así pues, cuando al principio Dios creó a Adán, no lo hizo por necesidad, sino para tener a alguien que fuese objeto de sus beneficios. En cambio no sólo antes de Adán, sino antes de toda otra creación, el Verbo glorificaba a su Padre, permanecía en El, y el Padre lo glorificaba a El, como él mismo dijo: “Padre, glorifícame con la gloria que tuve delante ti antes de que el mundo existiese.” Ireneo (180 d.C.)

Que el Verbo, o sea el Hijo, ha estado siempre con el Padre, de múltiples maneras lo hemos demostrado. Y que también su Sabiduría, o sea el Espíritu estaba con El antes de la creación, lo afirma por Salomón: “Dios creó la tierra con sabiduría, y con inteligencia consolidó los cielos; por su ciencia se abrieron los abismos y las nubes destilaron rocío.” Y también: “El Señor me hizo al inicio de sus caminos, antes de sus obras. Desde la eternidad me fundó, desde el principio, antes que la tierra. Antes de que existiesen los abismos y manasen las fuentes de las aguas, antes de que se asentasen los montes, antes de todas las colinas me engendró.” Y también: “Cuando asentó los cielos, yo estaba con El, y cuando afirmó las fuentes del abismo; cuando fortalecía los cimientos de la tierra, yo estaba con El como arquitecto. Yo era en quien El se complacía, y cada día me alegraba en todo tiempo ante su rostro, cuando El se gozaba en la perfección del universo y se regocijaba con los hijos de los hombres.” Ireneo (180 d.C.)

El Hijo de Dios, preexistente con el Padre, engendrado antes de la fundación del mundo, y aparecido, como hombre, al mundo entero en los últimos tiempos; Él es el Verbo de Dios que recapitula en sí todas las cosas, las del cielo y las de la tierra. Ireneo (180 d.C.)

Que Cristo, Hijo de Dios, existente antes del mundo, estaba con el Padre y junto al Padre. Ireneo (180 d.C.)

Hemos de entender que la luz eterna no es otra que el mismo Dios Padre. Ahora bien, nunca se da la luz sin que se dé juntamente con ella el resplandor, ya que es inconcebible una luz que no tenga su propio resplandor. Si esto es así, no se puede decir que hubiera un tiempo en el que no existiera el Hijo…Con todo, no hubo tiempo en el que (el Hijo) no existiera. Orígenes (225 d.C.)

III. La relación del Hijo con el Padre (Volver arriba)

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Juan 1:1

Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. Juan 17:21

Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Marcos 13:32

A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. Juan 1:18

Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que ustedes os maravilléis. Juan 5:19-20

Habéis oído que yo os he dicho: Voy, y vengo a ustedes. Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre; porque el Padre mayor es que yo. Juan 14:28

Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a su Padre, a mi Dios y a su Dios. Juan 20:17

En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos. El Hijo, superior a los ángeles Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre,

Y él me será a mí hijo. Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios. Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, Y a sus ministros llama de fuego. Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino. Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros. Hebreos 1:2-9

Pues Jesucristo, nuestra vida inseparable, es también la mente del Padre, así como los obispos establecidos hasta los extremos de la tierra están en la mente de Jesucristo. Ignacio (105 d.C.)

Por tanto, tal como el Señor no hizo nada sin el Padre, [estando unido con Él], sea por sí mismo o por medio de los apóstoles, no hagan nada ustedes, tampoco, sin el obispo y los presbíteros… Apresuraos a congregaros, como en un solo templo, Dios; como ante un altar, Jesucristo, que vino de un Padre y está con un Padre y ha partido a un Padre. Ignacio (105 d.C.)

Dios que se manifestó a través de Jesucristo su Hijo, que es su Verbo que procede del silencio, el cual en todas las cosas agradó a Aquel que le había enviado. Ignacio (105 d.C.)

Siendo Él mismo la puerta del Padre, por la cual entraron Abraham e Isaac y Jacob, y los profetas y los apóstoles y toda la iglesia; y todas estas cosas se combinan en la unidad de Dios. Ignacio (105 d.C.)

“Escucha,” me contestó; “el Hijo de Dios no está representado en la forma de un siervo, sino que está representado en gran poder y señorío.” “¿Cómo, señor?,” dije yo; “no lo comprendo.” “Porque,” dijo él, “Dios plantó la viña, esto es, creó al pueblo y lo entregó a su Hijo. Y el Hijo colocó a los ángeles a cargo de ellos, para que velaran sobre ellos; y el Hijo mismo limpió sus pecados, trabajando mucho y soportando muchas labores; porque cavar sin trabajar o esforzarse. Habiendo, pues, Él limpiado a su pueblo, les mostró los caminos de vida, dándoles la ley que Él recibió de su Padre. Hermas (150 d.C.)

“Y dijo Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros sabiendo el bien y el mal.” Luego, al decir “como uno de nosotros,” indica de cierto número de los que entre sí conversan, y que por lo menos son dos… Sino que este brote (Cristo), emitido realmente del Padre, estaba con Él antes de todas las criaturas y con ése conversa el Padre. Justino Mártir (160 d.C.)

Aquí se nos acusa de locura, diciendo que después de haber afirmado a Dios inmutable, sempiterno y Padre de todos, adjudicamos un segundo puesto a un hombre que fue crucificado. Justino Mártir (160 d.C.)

Que nadie tenga por ridículo eso de que Dios tenga un Hijo. Porque no pensamos sobre Dios Padre o sobre su Hijo a la manera de sus poetas que hacen fábulas en las que presentan a dioses que en nada son mejores que los hombres, sino que el Hijo de Dios es el Verbo del Padre en idea y operación, pues con relación a él y por medio de él fueron hechas todas las cosas, siendo el Padre y el Hijo uno solo. Y estando el Hijo en el Padre y el Padre en el Hijo, en unidad y potencia de espíritu, el Hijo de Dios es inteligencia y Verbo del Padre. Y si se les ocurre preguntar con su extraordinaria inteligencia qué quiere decir “hijo,” se lo diré brevemente: El Hijo es el primer brote del Padre, pero no como hecho, ya que desde el principio Dios, que es inteligencia eterna, tenía en si al Verbo y era eternamente racional, sino como procediendo de Dios cuando todas las cosas materiales eran naturaleza informe y tierra inerte y estaban mezcladas las más pesadas con las más ligeras, para ser sobre ellas idea y principio activo. Atenágoras (175 d.C.)

El mismo Señor, siendo Hijo de Dios, declaró no saber ni el día ni la hora del juicio, sino sólo Dios, cuando dijo: “Acerca de aquel día y hora nadie los conoce, ni el Hijo, sino sólo el Padre.” Por lo tanto, si el Hijo no tuvo vergüenza de atribuir sólo al Padre el conocimiento de aquel día, y habló con verdad, tampoco nosotros debemos avergonzarnos de reservar a Dios aquellas cuestiones que no podemos saber. Ireneo (180 d.C.)

Si, por ejemplo, alguien busca el motivo por el cual sólo el Padre conoce el día y la hora, aunque todo le comunica a su Hijo, el mismo Señor lo ha dicho, y nadie puede inventar otro sin riesgo (de equivocarse), porque sólo el Señor es el Maestro de la verdad; y él nos ha dicho que el Padre está sobre todas las cosas, pues dijo: “El Padre es mayor que yo.” El Señor, pues, ha presentado al Padre como superior a todos respecto a su conocimiento, a fin de que nosotros, mientras caminamos por este mundo, dejemos a Dios el saber hasta el fondo tales cuestiones; porque si pretendemos investigar la profundidad del Padre, corremos el peligro de preguntar incluso si hay otro Dios por encima de Dios. Ireneo (180 d.C.)

Pero nadie puede conocer al Padre si no se lo revela el Verbo de Dios, esto es el Hijo; ni al Hijo, sin el beneplácito del Padre. Porque el Hijo realiza el beneplácito del Padre: ya que el Padre envía, el Hijo es enviado y viene. Y al Padre, que para nosotros es invisible e indeterminable, lo conoce su mismo Verbo; y siendo aquél inenarrable, éste nos lo da a conocer… Y el conocimiento del Padre es la misma manifestación del Hijo: pues todas las cosas se nos manifiestan mediante el Verbo. Ireneo (180 d.C.)

Y, finalmente, el Padre se manifestó en su Verbo hecho visible y palpable: todos vieron al Padre en el Hijo, aunque no todos creyeron en él. Pues lo invisible del Hijo es el Padre, y lo visible del Padre es el Hijo. Por eso, mientras él estuvo presente, todos lo reconocían como Cristo y lo llamaban Dios. Ireneo (180 d.C.)

Por eso El mismo es “juez de vivos y muertos,” el cual “tiene la llave de David; abrirá y nadie cerrará; cerrará y nadie abrirá”… Yo (el Hijo) era en quien El se complacía, y cada día me alegraba en todo tiempo ante su rostro, cuando El se gozaba en la perfección del orbe y se regocijaba con los hijos de los hombres.” Ireneo (180 d.C.)

Él es llamado la “imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.” “En Él todas las cosas fueron creadas, visibles e invisibles… y Él es antes de todas las cosas y por medio de Él todas las cosas fueron hechas.” Por tanto, Él es la cabeza de todas las cosas y tiene sólo a Dios el Padre como cabeza. Porque está escrito: “La cabeza de Cristo es Dios.” Orígenes (225 d.C.)

IV. Su humanidad (Volver arriba)

Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 1:5-8

Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Hebreos 4:15

Y Cristo, en los días de su carne… Hebreos 5:7

Nosotros sabemos que el Verbo tomó de la virgen un cuerpo mortal, y que ha transformado al hombre viejo en la novedad de una criatura nueva. Sabemos que se ha hecho de nuestra misma sustancia. En efecto, si no tuviese nuestra misma naturaleza, inútilmente nos habría mandado que lo imitáramos como maestro. Hipólito (200 d.C.)

Si Cristo, en cuanto hombre, tuviese una naturaleza distinta de la nuestra, ¿por qué me ordena a mí, nacido en la debilidad, que me asemeje a Él? ¿Cómo podría, en ese caso, ser bueno y justo? Verdaderamente, para que no pensáramos que era distinto de nosotros, ha tolerado la fatiga, ha querido pasar hambre y sed, ha aceptado la necesidad de dormir y descansar, no se ha rebelado frente al sufrimiento, se ha sujetado a la muerte y se nos ha revelado en la resurrección. De todos estos modos, ha ofrecido como primicia tu misma naturaleza humana, para que tú no te desanimes en los sufrimientos, sino que, reconociendo que eres hombre, esperes también tú lo que el Padre ha realizado en Él. Hipólito (200 d.C.)

VER TAMBIÉN JESÚS; TRINIDAD

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