¿De dónde salieron los anabaptistas?

Salieron “de ninguna parte.” Saliendo del oscurantismo, exactamente de las corrompidas iglesias estatales, los anabaptistas (no obstante lo que digan Ludwig Keller y E. H. Broadbent, quienes se hallan un poco mal informados) aparecieron como un movimiento absolutamente nuevo y diferente.

¿Estaban relacionados de alguna manera con los primeros cristianos? No, no lo estaban. Los primeros cristianos eran judíos, griegos y latinos que vestían túnicas. Los anabaptistas no. Ellos eran Europeos del norte con sombreros negros y pantalones de lana. Los anabaptistas, aunque respetaban a los primeros cristianos, no hicieron un intento de “reproducir” exactamente el cristianismo primitivo. Alejados por miles de millas y miles de años, tenían poco en común con ellos, excepto el Nuevo Testamento y el secreto de la gran fuerza.

Una vez que tuve claro esto en mi mente, empecé a ver las cosas en la historia:

Los primeros cristianos judíos

Después de Pentecostés, los judíos de Partea, Media, Elam, Babilonia, Capadocia, y otros lugares, se unieron a los judíos de Judea que creían en Cristo. Los cristianos judíos, de los cuales todos podían trazar su árbol genealógico hasta Abraham, estaban circuncidados y se dejaban la barba. Comían comida kosher y guardaban el sábado. Pero ellos seguían a Cristo, y el Cristianismo primitivo pronto rompió las cadenas del judaísmo.

Los primeros cristianos griegos

Después de la conversión de Pablo y de la visita de Pedro a Cornelio, cientos, y, eventualmente miles de griegos de toda la anterior esfera de influencia de Alejandro

–comerciantes griegos y abogados, doctores griegos, griegos educados, griegos dados a los pensamientos profundos, deportistas griegos, griegos dados a la idolatría y a la inmoralidad, amos y esclavos griegos… toda clase de griegos–se arrepintieron, creyeron, y se bautizaron. Seguían a Cristo, y no pasó mucho tiempo antes de que el Cristianismo primitivo fuera predominantemente griego, centrado en las regiones helénicas de Siria, Egipto, y Asia menor. Pablo escribió sus cartas en griego, y el resto del Nuevo Testamento, si no originalmente concebido en esa lengua, fue pronto conocido sólo en textos griegos.

El griego, el “idioma universal” y lo griego, “la cultura universal” de los tiempos, les dio a los primeros cristianos un lugar en los eventos que estaban ocurriendo. Pero el Cristianismo primitivo pronto rompió las cadenas del Helenismo.

Los primeros cristianos latinos

Con el declinar de la influencia griega en la parte oriental del imperio, la Roma Latina absorbió al mundo conocido y vino a existir por sí misma. Los judíos de Roma fueron testigos del nacimiento del Cristianismo en Jerusalén. Tal vez fueron ellos u otros primeros misioneros, los que lo llevaron a Italia y al norte de África. Sea como fuere, no

pasó mucho tiempo antes de que miles de latinos de mente lúcida, europeos de corazón, y, como los griegos, incircuncisos, se hubieran unido a los judíos y a los griegos en seguir a Cristo. De estos cristianos latinos, muchos ubicados en Cártago y en Roma, vinieron tales pensadores inspirados como el obispo Clemente de Roma, Marcos Minucio Félix, y Tertuliano. Los cristianos latinos llevaron el Evangelio del Imperio Romano, a los celtas en Britania, Irlanda, e Iberia (España y Portugal), a los galeses en lo que después fue Francia, y a las tribus celtitas que Vivian en los Alpes y debajo del Valle del Danubio. Pero el Cristianismo primitivo pronto rompió las cadenas del Imperio Romano.

Los cristianos alemanes

En el año 1800 a.C. (alrededor del tiempo en el que Jacob huyo a Padan-aram), pequeños clanes de familias salieron de Mesopotamia y del Valle Indos, y pasaron a través del norte de Persia y Europa central, para llegar a las costas del Mar del Norte. Se llamaron a sí mismos Teutsch (germanos o alemanes). Los alemanes vivían una vida salvaje, cultivando la tierra, plantando cereales, y cazando, para ganarse la vida. Los “indios de Europa,” florecieron en fríos bosques y tierras húmedas a lo largo de la costa del mar. Crecieron rápidamente en número, avanzando siempre hacia el sur, hasta que habitaron el Bosque Negro y las montañas de Swabia. Ellos empujaron a las tribus del norte (los vikingos) para ocupar Escandinavia, al este Inglaterra, al oeste Rusia, y, eventualmente, al sur Italia y Asia menor. Estos alemanes no tenían gusto por la cultura griega ni latina. Ellos destruían templos, asesinaban despiadadamente, y tomaban a los niños como parte de su botín. A través de esta práctica, involuntariamente trajeron a casa algo que cambió sus caminos para siempre.

En una redada que hicieron al sur, alrededor del tiempo de Constantino el Grande, los hombres alemanes secuestraron a un joven capadociano llamado Ulfilas. El creía en Cristo.

A diferencia de la mayoría de los cautivos antes que él, Ulfilas no se contaminó con las maneras bárbaras. Llevado al norte por las montañas balcánicas, el cruzó el río Danubio con sus captores y se halló fuera del Imperio Romano–fuera, en lo salvaje, con un pueblo salvaje; pero él no perdió el ánimo. El aprendió alemán y empezó a contarles a sus captores acerca de Cristo. Hombres rudos con cabello largo y rubio alrededor de sus hombros y con barbas, y mujeres robustas sentadas alrededor de fogatas, lo escuchaban fascinados. Sus corazones respondieron a la historia de Cristo. Uno por uno, ellos creyeron, se arrepintieron de sus pecados, y empezaron a seguir a Cristo ellos mismos. Ulfilas los bautizó en agua. Pronto, un núcleo de cristianos se desarrollaba entre la gente salvaje al norte del Danubio. Ulfilas, usando el griego y el latín que conocía, inventó para ellos un alfabeto germano. Él les enseñó a leer y tradujo, primero los evangelios, luego las cartas de Pablo, y finalmente, la mayor parte del Antiguo Testamento, al alemán.

En el año 341 d.C. Ulfilas viajó al sur, a su tierra natal en Asia “civilizada.” En Nicomedia, la ciudad donde vivía Eusebio, un viejo obispo, les contó a los cristianos, acerca de los alemanes que se habían convertido para seguir a Cristo. Eusebio ordenó a Ulfilas para ser un apóstol a los alemanes.

Los alemanes se vuelven católicos

El movimiento cristiano de Ulfilas no sobrevivió. Ya mientras que él vivía, los cristianos latinos y griegos del sur se habían hecho poderosos. Lo que ellos creían se volvió casi una religión nacional bajo el reinado de Constantino el Grande. Constantino trató de unir a todos los primeros cristianos bajo una sola organización eclesiástica que cooperaría con el gobierno Romano. El convocó concilios para establecer reglas y definir la doctrina católica (universalmente aceptada como genuina.) En estos concilios, Ulfilas y los cristianos alemanes fueron clasificados como herejes.

Ulfilas enseñaba que Cristo era Dios Hijo, pero no exactamente igual que Dios el Padre en todos los atributos. Y enseñaba que el Espíritu Santo estaba subordinado a Dios. O sea, Ulfilas predicaba un Cristianismo primitivo tal como lo conocía desde antes de los concilios de Constantino. Pero ahora ya no era considerado “católico.” El nuevo “Cristianismo” Católico primero llegó a Alemania a través de un hombre llamado Remigio. Remigio era un joven latino que amaba estudiar y hablar bien. A la edad de veintidós años, se convirtió en el obispo de la congregación católica de Reims, en lo que ahora es Francia.

Durante el tiempo de Remigio, muchos alemanes seguían a un líder despiadado llamado Clovis, quien tenía una esposa cristiana. Clovis conoció a Remigio y a su congregación en Reims, pero él no estaba interesado en el cristianismo. Ignoraba los frecuentes intentos de Remigio por “convertirlo” hasta que ocurrieron dos cosas que lo hicieron cambiar de opinión: su hijo enfermo fue sanado, y ganó una gran victoria sobre sus enemigos en Zulpich, después de haber orado, como último recurso, al Dios de los cristianos. Entonces Clovis quiso ser bautizado.

Clovis fue a Reims para que Remigio lo bautizara inmediatamente a él, a sus jefes guerreros, y a sus más de tres mil soldados. Las iglesias católicas empezaron a surgir en todos los dominios de Clovis. Tribu tras tribu cayó bajo su espada “cristiana”, y miles fueron bautizados en masa. Los misioneros iban detrás y en algunos lugares iban delante del ejército en su tarea de conversión. Gal de Down, un misionero católico irlandés, llegó a Suiza en el año 612. Construyó una misión en Sankt Gallen. Bonifacio lo siguió en el año 716, bautizando miles más–tanto paganos como los que habían pertenecido a lo que quedaba de las congregaciones cristianas no católicas de Ulfilas. Con esto Bonifacio limpió lo que él llamaba un “cristianismo fortuito” propagado por “clérigos herejes”.

Bonifacio ungió a un líder alemán, Pepín el chaparro, para reinar sobre sus conversos alemanes. Para asegurarse que el reinado de Pepín fuera católico, Bonifacio lo llevó a ser coronado por el obispo Esteban de Roma.

La iglesia católica de la edad oscura

Pepín el chaparro tuvo un hijo sobresaliente llamado Carl, después conocido como Carlo Magno. Carl creció hablando el antiguo alemán alto, una lengua similar al dutch de Pennsylvania de los Amish de hoy. Fue bautizado en la iglesia católica y amaba pelear. Al convertirse en rey, resolvió convertir y civilizar a todos los indios de Europa restantes: las tribus germanas al este del río Rin. Carl peleó y bautizó valientemente. Le gustaban los negocios. Pero sus convertidos nunca le entendieron como habían entendido a Ulfilas.

Ellos no podían leer el Nuevo Testamento en latín que él reemplazó obligatoriamente en lugar de las traducciones de Ulfilas. Los convertidos decían el Padre Nuestro en latín (como la ley lo demandaba), pero no sabían lo que significaba. Aceptaron el bautismo por derramamiento, pero les parecía que era un rito mágico. Comían del pan sagrado, pero no entendían lo que el sacerdote decía, quien consagraba el pan con palabras que a ellos les sonaban como un conjuro místico. En Sajonia, donde algunos alemanes querían pensar antes de aceptar estas tradiciones católicas, Carl llevó a cabo una masacre en la cual mató a 4,500 personas. Dejó claro su punto. En noviembre del año 800, Carl visitó a su amigo León, el obispo de Roma. Para este tiempo, el obispo de Roma aún estaba bajo la cobertura de la iglesia griega en Bizancio, pero estaba descontento. León y Carl empezaron a hablar acerca de esto y se les ocurrió una gran idea.

El día de navidad, Carl y León entraron a la iglesia de San Pedro ubicada en medio del pueblo. Miles de personas habían venido para el servicio. La atmósfera festiva era justamente apropiada para que León ungiera y coronara a Carl como el nuevo emperador romano–Carlo Magno–y para que Carl tomara a León como su cabeza religiosa para el estado.

¡Un imperio cristiano! ¡Un imperio santo romano! Obispo y guerrero, iglesia y estado se volvieron uno en la navidad del año 800, y una división entre la antigua iglesia católica griega y la nueva iglesia católica romana fue inevitable.

Carl se sentía bien con su nuevo papel como emperador romano, aunque confesó modestamente que si hubiera sabido lo que León iba a hacer, nunca hubiera puesto un pie en la iglesia de San Pedro. León, al mismo tiempo, se regocijó en su liberación de los Bizantinos y falsificó un documento para comprobar que Constantino siempre había querido que el obispo de Roma fuera la cabeza de la Cristiandad. La boda del Imperio Romano a la Iglesia Católica Romana corrió de manera todavía más segura las cortinas del teatro de la Edad Oscura sobre toda Europa.

El movimiento cristiano entre los judíos había sido glorioso. Entre los griegos, parece que lo fue aún más. Los cristianos latinos habían llevado el evangelio al oeste y al norte. Muchos alemanes se habían convertido. Pero ahora, este “Cristianismo” de la Edad Oscura absorbió a todo y era mucho peor que no tener ningún Cristianismo. Era el lobo del barbarismo europeo norteño vestido de la oveja del Evangelio de Cristo. ¡Qué disfraz tan poderoso! La iglesia del oscurantismo bien pudo haber sido el fin del Cristianismo–si no hubiera sido por la preservación del Nuevo Testamento.

Los cristianos anabaptistas

Afortunadamente, no todos los alemanes convertidos al Catolicismo Romano se dedicaron a cazar puercos salvajes y a beber cerveza. La iglesia, tan corrupta como estaba, logró atraer a algunos jóvenes alemanes a una vida religiosa (los monasterios y los conventos.) Allí ellos aprendían el latín y unos pocos de ellos estudiaron el Nuevo Testamento a principios de los 1500s.

Aquí un monje alemán (Martín Lutero de Wittenberg), aquí un joven sacerdote (Menno Simón Simons de Witmarsum), aquí, allá y acullá, con la invención de la imprenta, los alemanes con educación formal empezaron a leer las palabras de Cristo y de los apóstoles, palabras que los agitaban, despertaban y/o alarmaban. Repentinamente, se dieron cuenta de que habían sido defraudados (no se les había enseñado el cambio completo) por los misioneros que los habían “convertido.” Repentinamente, se les hizo bastante claro que habían sido “cristianos” por ya más o menos mil años, ¡sin ni siquiera conocer el verdadero cristianismo! Martín Lutero, Ulrico Zwinglio, Baltasar Hubmaier, Hans Denck, Michael Sattler, y Peregrino Marpeck–alemán tras alemán se levantó para el desafío del momento de escándalo. Tratados poderosos, tratados en latín en un principio, pero después tratados en alemán, y traducciones del Nuevo Testamento al alemán, cundían ya por toda la población, de Suiza al Mar del Norte y de Escandinavia a Prusia, como llama de fuego. La iglesia de la Edad Oscura había subestimado el efecto que el Nuevo Testamento podía tener sobre una población ignorante.

Ya no podían ser controlados. Nadie podía ya engañarles con historias fantásticas acerca de la virgen, los santos, el bautismo, y la misa. Una vez que la Biblia estaba impresa y los alemanes la tenían en sus manos, los días oscuros de la iglesia “católica” apóstata en el norte de Europa, se habían terminado.

Sin embargo, Lutero no siguió a Jesús todo el camino. Ni tampoco lo hizo Zwinglio. Pero unos pocos años después de que el Nuevo Testamento golpeara al mundo alemán, más de cientos de miles de alemanes ya estaban prosiguiendo hacia la meta del supremo llamamiento de Cristo y se liberaron del oscurantismo. Por seguir el ejemplo de Cristo y bautizar únicamente a adultos convertidos, la gente los empezó a llamar anabaptistas (rebautizadores.) En este libro, podrás conocerlos y considerar lo que ellos escribieron, provocando…

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