HOMOSEXUALISMO

El homosexualismo fue una práctica muy común entre griegos y romanos. La cultura grecorromana fue en gran parte una cultura de homosexuales, muy extendida en todas las capas sociales. Baste recordar que Sócrates, Platón, Aristóteles, Alejandro Magno o César lo fueron. Según la opinión de Horacio, los jóvenes tenían grandes posibilidades de practicar la homosexualidad en los gimnasios.

¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones… heredarán el reino de Dios. 1 Corintios 6:9-10

He aquí el segundo precepto de la doctrina: No matarás; no cometerás adulterio; no prostituirás a los niños. Diacho. (80-140 d.C.)

Los hombres imitaron todo esto (la conducta pervertida de los dioses) y se hicieron adúlteros y pervertidos e, imitando a su dios, cometieron toda clase de actos viciosos. Arístides (125 d.C.)

Y ¿cómo no comprendieron los sabios y eruditos de entre los griegos que, al establecer leyes, sus dioses son condenados por esas leyes? Porque si las leyes son justas, son absolutamente injustos sus dioses que hicieron cosas contra la ley, como mutuas muertes, hechicerías, adulterios, robos y uniones contra natura; y si es que todo esto lo hicieron bien, entonces son injustas las leyes, como puestas contra los dioses. Pero no, las leyes son buenas y justas, pues alaban lo bueno y prohíben lo malo, y las obras de los dioses son inicuas. Arístides (125 d.C.)

Ellos no se abstienen aun de los hombres; hombres con hombres cometen abominaciones escandalosas, ultrajando sus cuerpos nobles de muchas maneras. Atenágoras (175 d.C.)

Por esto es evidente que nosotros, de común acuerdo, debemos rehusar las relaciones contra naturaleza: la masturbación, la pederastia (abuso deshonesto cometido contra los niños) y las uniones incompatibles entre afeminados, y seguir la naturaleza misma en lo que prohíbe, debido a la disposición que ha dado a los órganos, pues ha otorgado al hombre su virilidad, no para la recepción del semen, sino para su emisión. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Así pues, esta enigmática prohibición nos brinda el consejo de abstenernos de deseos fogosos, de coitos continuos, de cópulas con mujeres embarazadas, del homosexualismo, de la pederastia, de la fornicación y de la lascivia. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Hasta tal extremo ha llegado el afeminamiento que no sólo el sexo femenino enferma ante esa afanosa búsqueda de cosas sin importancia, sino que también el hombre imita esta enfermedad. En efecto, contagiados por el afán de embellecerse, pierden su salud; es más, por su inclinación a la voluptuosidad, se afeminan; se cortan el cabello cual degenerados y prostitutas, “visten sutiles mantos brillantes, y mascan goma (chicle), oliendo a perfume.” Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Porque no hay que echar la semilla sobre las piedras, ni hay que hacer ultraje al semen, que es la sustancia principal de la generación, en la que se contienen los principios racionales de la naturaleza: hacer ultraje a estos principios racionales, depositándolos irracionalmente en vasos contrarios a la naturaleza, es cosa totalmente impía. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Por su causa, las ciudades están repletas de hombres que ungen de pez, de barberos, de depiladores, para placer de esos afeminados. Sus locales están dispuestos y abiertos a todas horas, y los artistas de esa fornicación de prostitutas hacen el gran negocio. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Rasurarse y depilarse los cabellos tratándose de hombres, ¿cómo no va a ser una acción degenerada? Debemos rechazar el uso de tintes para el pelo, de ungüentos para cabellos canosos, de tintes amarillentos para los artificiales peinados como las mujeres, ocupaciones propias de hombres totalmente afeminados. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

(En el teatro) los hombres actúan de mujeres y las mujeres de hombres, contrario a la naturaleza. Las esposas son al mismo tiempo esposas y esposos… ¡Oh, miserable espectáculo! ¡Horrible conducta! Clemente de Alejandría (195 d.C.)

En las dos citas siguientes se describe la corrupción sexual generalizada en las ciudades principales del mundo grecorromano.

Hasta tal punto de desenfreno ha llegado la vida, complaciéndose en la maldad, que la lujuria (los deseos sensuales) se ha extendido por las ciudades, convirtiéndose en ley. Bajo sus techos hay mujeres dispuestas a vender su propia carne para la lujuria del placer, y también muchachos que, amaestrados para renegar de su naturaleza, se hacen pasar por mujeres. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Todo lo ha transformado la lujuria. La frivolidad afeminada deshonra al hombre. Todo lo busca, todo lo intenta, todo lo violenta, trastorna la naturaleza, los hombres adquieren el papel pasivo de mujeres y las mujeres actúan como hombres, siendo poseídas contra natura al unirse a mujeres. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

El aparejamiento de dos varones es algo muy vergonzoso. Tertuliano (200 d.C.)

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