LEY MOSAICA

I. Los cristianos no están bajo la ley
II. El significado espiritual de la ley
III. El propósito de la ley

I. Los cristianos no están bajo la ley (Volver arriba)

Haré cesar todo su gozo, sus fiestas, sus nuevas lunas y sus días de reposo, y todas sus festividades. Oseas 2:11

Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree. Romanos 10:4

Aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz. Efesios 2:15

Y a ustedes, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de su carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz. Colosenses 2:13-14

En efecto, el Señor, por medio de todos sus profetas, nos ha manifestado que no tiene necesidad ni de sacrificios ni de holocaustos ni de ofrendas, diciendo en una ocasión: ¿Qué se me da a mí de la muchedumbre de sus sacrificios?, dice el Señor. Harto estoy de sus holocaustos… Ahora bien, todo eso (el antiguo pacto) lo invalidó el Señor, a fin de que la nueva ley de nuestro Señor Jesucristo, que no está sometida al yugo de la necesidad, tenga una ofrenda no hecha por mano de hombre. Y así dice de nuevo a ellos: ¿Acaso fui yo quien mandé a sus padres, cuando salían de la tierra de Egipto, que me ofrecieran holocaustos y sacrificios? ¿0 no fue más bien esto lo que les mandé, a saber: que ninguno de ustedes guarde en su corazón rencor contra su hermano y que no amaran el falso juramento? Bernabé (70-130 d.C.)

Es absurdo hablar de Jesucristo y al mismo tiempo practicar el judaísmo. Porque el cristianismo no creyó en el judaísmo, sino el judaísmo en el cristianismo, en el cual toda lengua que creyó fue reunida a Dios. Ignacio (105 d.C.)

Porque el que hizo los cielos y la tierra y todas las cosas que hay en ellos, y nos proporciona todo lo que necesitamos, no puede Él mismo necesitar ninguna de estas cosas que El mismo proporciona a aquellos que se imaginan que están dándoselas a Él. Pero los que creen que le ofrecen sacrificios con sangre y sebo y holocaustos, y le honran con estos honores, me parece a mí que no son en nada distintos de los que muestran el mismo respeto hacia las imágenes sordas; porque los de una clase creen apropiado hacer ofrendas a cosas incapaces de participar en el honor, la otra clase a uno que no tiene necesidad de nada. Epístola a Diogneto (125-200 d.C.)

La ley dada sobre el monte Horeb es ya vieja y los atañe sólo a ustedes; pero la otra (la nueva) pertenece a todos absolutamente. Ahora bien, una ley puesta contra otra ley, anula la primera; y un testamento hecho posteriormente, deja igualmente sin efecto el primero. Y a nosotros Cristo nos ha sido dado como ley eterna y última y como testamento fiel, después del cual ya no hay ni ley ni ordenación ni mandamiento. Justino Mártir (160 d.C.)

La ley, en efecto, no afirmará más: no cometer adulterio a aquel que ni siquiera ha deseado la mujer de otro; o no matar a aquel que ha erradicado de sí la ira y la enemistad; o no desear el campo de tu vecino, su buey o su asno a los que no tienen ambición por las cosas terrenas sino que acumulan provisiones para el cielo; ni siquiera ojo por ojo, diente por diente a quien no tiene enemigos y a todos trata como prójimo y por eso no levanta la mano para vengarse; no exigirá los diezmos de quien ha consagrado a Dios todos sus bienes y ha dejado padre, madre y toda su familia para seguir al Verbo de Dios. Ya no mandará guardar un día de reposo al que todos los días observa el sábado, es decir, al que rinde culto a Dios en el templo de Dios que es el cuerpo del hombre y practica siempre la justicia. Prefiero misericordia, dice, al sacrificio, el conocimiento de Dios a los holocaustos. Pero el impío que inmola un ternero es como si matase a un perro, y cuando ofrece flor de harina es como si ofreciese sangre de cerdo. Ireneo (180 d.C.)

Prueba de que estas prácticas (de la ley) no justificaban al ser humano, sino que servían de signo al pueblo, es que Abraham “creyó y le fue contado por justicia, hasta el punto de llamarse el amigo de Dios,” sin la circuncisión y sin la observancia del sábado… Toda la enorme multitud de justos que existieron antes de Abraham, así como todos los patriarcas que vivieron antes de Moisés, fueron justificados sin lo que hemos dicho. Ireneo (180 d.C.)

“El Señor me mandó en aquel momento enseñarles estos preceptos y mandatos.” Por este motivo en el Nuevo Testamento de la libertad abolió los mandamientos que les había dado como en figura para el estado de servidumbre. Ireneo (180 d.C.)

Y la antigua sinagoga tenía por marido a la ley… Por lo tanto no necesitamos de la ley como maestro; he aquí que nosotros hablamos con el Padre y estamos en su presencia convertidos en niños sin malicia y afincados en la justicia y honestidad. Ireneo (180 d.C.)

Es decir, el pueblo (judío) tenía un valor antes de que se estableciera la iglesia, y la ley era maravillosa antes de que resplandeciera la luz del evangelio.

Pero cuando surgió la iglesia y se presentó el evangelio, se hizo vano lo que era figura, y su fuerza pasó a la realidad; la ley llegó a su cumplimiento, y traspasó su fuerza al evangelio. El pueblo (de Israel) perdió su razón de ser, así que se estableció la iglesia, la figura fue abolida, así que apareció el Señor. Lo que antes era valioso, ha quedado ahora sin valor, pues se ha manifestado lo que realmente era valioso por naturaleza. Melitón de Sardis (190 d.C.)

Nosotros no seguimos a los judíos en sus observancias en cuanto a la comida, sus días sagrados, ni sus señales corporales bien conocidas (la circuncisión). Tertuliano (197 d.C.)

La ley antigua que le había sido dada a Moisés estaba a punto de terminar, y una nueva ley iba a ser dada. Otra disposición y un nuevo pacto iban a ser entregados. El antiguo bautismo iba a cesar y el nuevo iba a comenzar. Cipriano (250 d.C.)

Los (líderes religiosos judíos) alegaron otras causas para su enojo… a saber, que Jesús destruyó la obligación de la ley dada por Moisés. Es decir, Él no descansó los sábados, sino que obró haciendo bien a los hombres. Además, abolió la circuncisión y sustrajo la necesidad de abstenerse de la carne de los cerdos…Sin embargo, Él no hizo esto por su propio juicio, sino según la voluntad de Dios. Lactancio (304-313 d.C.)

II. El significado espiritual de la ley (Volver arriba)

Porque sabemos que la ley es espiritual. Romanos 7:14

Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, o lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto. 1 Corintios 9:9-10

Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. 1 Corintios 10:1-4

Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. 2 Corintios 3:14-16

Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. Hebreos 10:1

Y lo que Moisés dijo: No comerán cerdo ni águila, ni gavilán ni cuervo, ni pez alguno que no tenga escamas, no es sino que tomó tres símbolos en inteligencia. Por lo demás, se dice en el Deuteronomio: Y estableceré con este pueblo justificaciones. Luego no está el mandamiento del Señor en no comer, sino que Moisés habló en espíritu… Ahora bien, el cerdo lo dijo por lo siguiente: “No te juntarás, dice, con hombres tales que son semejantes a los cerdos; es decir, que cuando lo pasan prósperamente, se olvidan del Señor, y cuando se ven necesitados, reconocen al Señor, al modo que el cerdo, cuando come, no sabe de su señor; mas cuando tiene hambre, gruñe y, una vez que toma su comida, vuelve a callar. Tampoco comerás el águila, ni el gavilán, ni el milano, ni el cuervo. No te juntarás, dice, ni te asemejarás a hombres tales, que no saben procurarse el alimento por medio del trabajo y del sudor, sino que arrebatan en su iniquidad lo ajeno, y acechan como si anduvieran en sencillez, y miran por todas partes a quién despojar por medio de su avaricia, al modo que estas aves son las únicas que no se procuran a sí mismas su alimento, sino que, posadas ociosamente, buscan la manera de devorar las carnes ajenas, siendo perniciosas por su maldad. Y no comerás, dice, la morena ni el pólipo ni la sepia (tipos de peces). No te asemejarás, dice, juntándote con ellos, a hombres tales, que son impíos hasta el cabo y están ya condenados a muerte, al modo que estos peces, que son los únicos maldecidos, se revuelcan en el fondo del mar y no nadan como los otros, sino que habitan en la tierra del fondo. Mas tampoco comerás liebre. ¿Por qué? No serás corruptor ni te asemejarás a los tales. Porque la liebre multiplica cada año su ano, pues cuantos años vive, tantos agujeros tiene. En conclusión, tomando Moisés tres símbolos sobre los alimentos, así habló en espíritu mas ellos lo entendieron, conforme al deseo de la carne, como si se tratara de la comida. Bernabé (70-130 d.C.)

Pasando a otro punto, también acerca del sábado, se escribe en el decálogo, es decir, en las diez palabras que habló Dios en el monte Sinaí a Moisés cara a cara: Y santifiquen el sábado del Señor con manos limpias y corazón puro. Y en otro lugar dice: Si mis hijos guardaren el sábado, entonces pondré sobre ellos mi misericordia. Del sábado habla al principio de la creación: E hizo Dios en seis días las obras de sus manos y las acabó en el día séptimo, y descansó en él y lo santificó. Atiendan, hijos, qué quiere decir lo de: Los acabó en seis días. Esto significa que en seis mil años consumará todas las cosas el Señor, pues un día es para Él mil años. Lo cual, Él mismo lo atestigua, diciendo: He aquí que el día del Señor será como mil años. Por lo tanto, hijos, en seis días, es decir, en los seis mil años, se consumarán todas las cosas. Y descansó en el día séptimo. Esto quiere decir: Cuando venga su hijo y destruya el siglo del inicuo y juzgue a los impíos y mudare el sol, la luna y las estrellas, entonces descansará de verdad en el día séptimo. Y por contera dice: Lo santificarás con manos limpias y corazón puro. Ahora, pues, si pensamos que pueda nadie santificar, sin ser puro de corazón, el día que santificó Dios mismo, nos equivocamos de todo en todo. Consiguientemente, entonces por nuestro descanso lo santificaremos de verdad, cuando, justificados nosotros mismos y en posesión ya de la promesa, seremos capaces de santificarlo; es decir, cuando ya no exista la iniquidad, sino que nos hayamos vuelto todos nuevos por el Señor, entonces, si, santificados primero nosotros, podremos santificar el día séptimo. Bernabé (70-130 d.C.)

Por último, les dice: Sus novilunios y sus sábados no los aguanto. Miren cómo dice: No me son aceptables sus sábados de ahora, sino el que yo he hecho, aquél en que, haciendo descansar todas las cosas, haré el principio de un día octavo, es decir, el principio de otro mundo... Por eso justamente nosotros celebramos también el día octavo (el domingo) con regocijo, por ser día en que Jesús resucitó de entre los muertos y, después de manifestado, subió a los cielos. Bernabé (70-130 d.C.)

Por eso aun en nuestros tiempos lo que se lee en la ley les parece una fábula a los judíos. Es que no tienen aquello que lo explica todo, como es lo que toca a la venida del Hijo de Dios hecho hombre. En cambio para los cristianos, cuando lo leen, se convierte en el tesoro escondido en el campo, revelado y explicado por la cruz de Cristo. Ireneo (180 d.C.)

De acuerdo al apóstol, la ley es espiritual. Ella contiene las representaciones de los biene futuros. Por tanto, acérquense y quitemos de la letra el velo que se extiende sobre ella y consideremos su significado real y verdadero. Metodio (290 d.C.)

Nosotros afirmamos que la ley tiene un doble sentido, el literal y el espiritual, lo cual fue enseñado ya por algunos de nuestros predecesores… El profeta no se contradice patentemente en un mismo pasaje, sino que el mismo Pablo, de acuerdo con esto, dijo que “la letra,” que equivale al sentido literal, mata, pero el “espíritu” que es lo mismo que decir el sentido espiritual, vivifica… Así también Pablo, cuando quiere atacar el sentido literal de la ley dice: “Si el ministerio de la muerte, grabado con letras en las piedras se hizo con gloria, hasta el punto de que los hijos de Israel no podían mirar al rostro de Moisés a causa de la gloria de aquel rostro, que tenia que desvanecerse, ¿cómo no será más glorioso el ministerio del espíritu?” Pero cuando se pone a admirar y a aceptar la ley, la llama espiritual diciendo: “Sabemos que la ley es espiritual” y la acepta con estas palabras: “De suerte que la ley es santa, y el mandamiento es santo y justo y bueno.” Orígenes (225 d.C.)

Nosotros, los que somos de la iglesia, recibimos a Moisés con sobrada razón, y leemos sus escritos, pensando que él, como profeta a quien Dios se ha revelado, ha descrito en símbolos, alegorías y figuras los misterios futuros, que nosotros enseñamos que se han cumplido a su tiempo. El que no comprenda esto en este sentido, ya sea judío o de los nuestros, no puede ni siquiera mantener que Moisés sea profeta. Orígenes (225 d.C.)

III. El propósito de la ley (Volver arriba)

De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, Gálatas 3:24-25

También llamó a la ley nuestro maestro hasta la venida de Jesucristo. ¡Que no se culpe a la ley por la incredulidad de algunos! Pues la ley a nadie prohibió creer en el Hijo de Dios. Ireneo (180 d.C.)

El Señor no abolió los preceptos naturales de la ley, por los cuales se justifica el ser humano, los cuales incluso guardaban antes de la ley aquellos que fueron justificados por la fe y agradaban a Dios; por el contrario, los amplió y llevó a la perfección como lo muestran sus palabras: “Se dijo a los antiguos: No cometerás adulterio. Pero yo les digo: todo aquel que viere a una mujer para desearla, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.” Y añadió: “Se ha dicho: No matarás. Pero yo les digo: todo el que sin motivo se enoje contra su hermano, es reo de juicio.” Y: “Se ha dicho: No perjurarás. Pero yo les digo que no deben jurar en absoluto. Que sus palabras sean: Sí, sí, y no, no.” Y otras cosas parecidas… Y es que la ley, como había sido promulgada para siervos, educaba mediante acciones externas y corporales, ajenas al alma, tratando de atraerla como quien la ata a la obediencia a los preceptos, a fin de que los seres humanos aprendiesen a someterse a Dios. Ireneo (180 d.C.)

Como un arquitecto Dios proyectaba la construcción de la obra salvadora… Cuando andaban errando en el desierto, les dio la más adecuada de las leyes… De muchas maneras preparó al género humano a fin de que la salvación le viniese como una sinfonía. Ireneo (180 d.C.)

De esta manera dio al pueblo las leyes para fabricar la tienda y el templo, para elegir a los levitas, y para establecer el servicio de los sacrificios, oblaciones y ritos de purificación. No porque necesitase algo de esto… “Todo esto les sucedía en figura; y se ha escrito para instrucción de quienes venimos al final de los tiempos.” Por los tipos aprendían a temer a Dios y a perseverar en su servicio… De esta manera la ley era para ellos una educación y una profecía de los bienes futuros. Pues en un principio Dios amonestó a los seres humanos por medio de los preceptos naturales que desde el inicio inscribió en su naturaleza, es decir por los diez mandamientos. Ireneo (180 d.C.)

La salvación del Señor y la realidad fueron prefiguradas en el pueblo (judío), y las prescripciones del evangelio fueron preanunciadas por la ley. De esta suerte, el pueblo era como el esbozo de un plan, y la ley, la letra de una parábola; pero el evangelio es la explicación de la ley y su cumplimiento, y la iglesia el lugar donde aquello se realiza. Melitón de Sardis (190 d.C.)

Y aun es posible que la filosofía fuera dada directamente (por Dios) a los griegos antes de que el Señor los llamase: porque era un maestro para conducir a los griegos a Cristo, como la ley lo fue para los hebreos. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Para esto se dio la ley, la cual no anula, sino que pone a prueba la libertad con que uno o libremente se somete o libremente la transgrede. Por esto tenían que estar ambos caminos abiertos al libre albedrío. Tertuliano (197 d.C.)

VER TAMBIÉN CARGOS PÚBLICOS; CIRCUNCISIÓN; COMIDAS; DIEZMOS; DIVORCIO; GUERRA; JUDAÍSMO; PACTOS, LOS DOS; SÁBADO; SACRIFICIOS Y HOLOCAUSTOS; TEMPLOS

  • VOLVER AL ÍNDICE