QUE HABLEN LOS PRIMEROS CRISTIANOS

EL RETO A LA IGLESIA DE HOY A LA LUZ DEL CRISTIANISMO PRIMITIVO

¿POR QUÉ SON IMPORTANTES LOS ESCRITOS DE LA IGLESIA PRIMITIVA?

¿LOS PRIMEROS CRISTIANOS ENTENDIERON MEJOR A LOS APÓSTOLES?

Los cristianos que creen en la Biblia usualmente piensan que son seguidores del cristianismo como lo enseñaron los apóstoles. Los primeros cristianos también creían que seguían las enseñanzas apostólicas. ¿Cómo podemos saber si ellos seguían mejor la norma establecida por los apóstoles, o si la iglesia moderna la sigue mejor?

Nos llega el pensamiento: “Bueno, comparemos lo que ellos enseñaban y lo que la iglesia actual con la Biblia.” Muy bien, pero tal respuesta realmente no resuelve el problema. Los primeros cristianos basaban sus creencias en la Biblia, lo mismo que hacen todas las denominaciones. Citaban las Escrituras para apoyar lo que decían, como también lo hacemos nosotros. El problema al fondo llega a ser uno de interpretación. Bien que podemos comparar sus interpretaciones de las Escrituras con las nuestras, pero esto por sí solo no resuelve el problema.

Hay todavía otra pregunta que hacer: ¿Es más probable que la interpretación de la iglesia moderna sea la correcta, o la de ellos?

La ventaja del tiempo

Es de interés notar que los primeros cristianos tenían una disputa con los gnósticos que es muy semejante a la disputa de la iglesia evangélica con ellos. Tanto la iglesia primitiva como los gnósticos afirmaban que estaban en lo correcto en cuanto al evangelio. Tertuliano escribió: “Yo digo que el evangelio mío es el correcto. Marciano [un maestro gnóstico principal] dice que el suyo es el correcto. Yo digo que el evangelio de Marciano se ha adulterado. El dice que el mío se ha adulterado. Bueno, ¿cómo podemos resolver esta disputa, excepto por el fundamento de tiempo? Según este fundamento, la autoridad la tiene el que tiene la posición más antigua. Esto se basa en la verdad elemental que la adulteración está con aquel cuya doctrina originó más recientemente. Ya que el error es la falsificación de la verdad, la verdad tenía que existir antes del error.”

El fundamento de tiempo utilizado por Tertuliano es uno de los fundamentos que los historiadores utilizan para evaluar informes históricos contradictorios. Un informe escrito más cerca en tiempo al hecho histórico usualmente se considera más confiable que un informe escrito después. De semejante manera, los eruditos utilizan el fundamento de tiempo para evaluar la fidelidad de los manuscritos de la Biblia. Donde difieren los manuscritos, generalmente se toma más en cuenta los más antiguos, y no los más recientes.

Piénselo usted. ¿Confiaría usted en un manuscrito del Nuevo Testamento que difería de los demás y que fue producido 1400 años después de que murieron los apóstoles? Especialmente si tuviera un manuscrito disponible que fue escrito unos pocos decenios después de la muerte de los apóstoles, ¿confiaría aún en el más reciente? ¿Por qué, pues, escogemos doctrinas que se enseñaron por primera vez 1400 años después de la muerte de los apóstoles, o aun después de eso? Tenemos a la vista las doctrinas que enseñaron los primeros cristianos que vivían apenas unos pocos decenios después de los apóstoles.

El efecto acumulativo de cambios leves

Una copia que se hace no reproduce exactamente el original. El cristianismo ha sido copiado de una generación a otra, y a través de los años esto ha producido cambios. De una generación a la próxima, la mayoría de los cambios han sido muy leves, casi imperceptibles. No obstante, el efecto cumulativo de cambios leves hechos a través de muchos siglos puede producir cambios verdaderamente significantes. Tome, por ejemplo, la lengua española. De una generación a otra, nuestra lengua cambia levemente. El cambio se produce tan despacio que apenas nos damos cuenta de él. Notamos muy poca diferencia entre el hablar nuestro y el de nuestros abuelos. Sin embargo, a través de muchos años, el efecto cumulativo de tantos cambios leves produce una lengua muy diferente de lo que era. Por ejemplo, si nos pusiéramos a leer el español del siglo decimotercero, creeríamos estar leyendo una lengua apenas conocida.

Vemos lo mismo en cuanto al cristianismo. Estoy seguro que el cristianismo del segundo siglo no era una copia exacta del cristianismo apostólico. Pero los primeros cristianos del segundo siglo estaban, podemos decir, en la generación que seguía a la de los apóstoles. ¡Y nosotros vivimos alejados del cristianismo primitivo por 1900 años! ¿Será razonable decir que después de diecinueve siglos el cristianismo de hoy no ha cambiado del cristianismo de los apóstoles? ¿Especialmente cuando, a la vez, decimos que el cristianismo del segundo siglo había cambiado grandemente después de apenas 50 años?

La ventaja de lengua y de cultura de los primeros cristianos

Pero el fundamento de tiempo no es la única ventaja que los primeros cristianos llevaban con respecto a nosotros. Ellos también estaban en una posición mucho mejor para interpretar los escritos de los apóstoles.

¿Piensa usted en el griego antiguo?

Como primer punto, los primeros cristianos podían leer las Escrituras del Nuevo Testamento en el griego original de los apóstoles. ¿Cuántos de nosotros podemos hacer esto? Algunos pastores han estudiado el griego antiguo varios años en los seminarios. Pero pocos de ellos dominan bien el griego. La mayoría de ellos ni pueden leer un texto griego sin la ayuda de un léxico griego-español. ¿Y los primeros cristianos? No tenían que estudiar el griego antiguo; era su lengua materna. No sólo hablaban el griego; pensaban en griego.

¿Cuánto entendemos nosotros de la cultura temprana del mundo mediterráneo?

¿Qué de la barrera cultural? La mayoría de los cristianos de hoy saben muy poco acerca de la cultura y el ambiente histórico de la época del Nuevo Testamento. Y muchas veces, lo que creen saber resulta más falso que cierto. Aun los eruditos que dedican la vida entera al estudio de la cultura y el ambiente histórico del Nuevo Testamento jamás podrán entenderlo tan bien como lo entendían aquellos que vivían en ese tiempo. De esta manera, otra vez los primeros cristianos llevan una ventaja importante sobre nosotros en cuanto a entender las Escrituras.

¿Hemos hablado nosotros con el apóstol Juan?

Como punto final, la primera generación de primeros cristianos tuvo la oportunidad de oír a los apóstoles personalmente, como también de hacerles preguntas.

Clemente de Roma es un ejemplo. El era discípulo personal tanto del apóstol Pablo como también del apóstol Pedro. Pablo habla específicamente de Clemente en su carta a los filipenses: “Asimismo te ruego a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida” (Filipenses 4.3). ¿Será probable que Clemente, el compañero personal de Pablo, entendiera mal lo que Pablo enseñaba acerca de la salvación? ¿Por qué hablaría Pablo con tanto aprecio de su colaborador si éste enseñara el error?

Ya he hablado de la relación de Policarpo con el apóstol Juan, quien le ordenó como obispo de la iglesia de Esmirna. Si los “ángeles” de las siete iglesias de Apocalipsis se refieren a los obispos de estas iglesias, bien es posible que el “ángel” de Esmirna fuera el mismo Policarpo. Y, en Apocalipsis, Jesús no dice ni una palabra acerca de algún error doctrinal en la iglesia de Esmirna. De verdad, Jesús no tuvo que corregir nada en esta iglesia. Nada (Apocalipsis 2.8-11). Claro que la iglesia de Esmirna caminaba muy bien bajo el liderazgo de Policarpo; de otra manera lo hubiera dicho el Señor.

Para los primeros cristianos oír a los apóstoles explicar sus propios escritos no era lujo; era necesario. ¿Qué comentó Pedro mismo de los escritos de Pablo? “Nuestro amado hermano Pablo. . . os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia destrucción” (2 Pedro 3.15-16). Pedro escribía a primeros cristianos que dominaban bien el griego y que entendían perfectamente la cultura en que vivían, la misma que tenía Pablo. Mas aun con estas ventajas, Pedro admite de que hay cosas “difíciles de entender” en los escritos de Pablo. Y nosotros, que vivimos distanciados de ellos por casi 2000 años y hablamos otro idioma, ¡creemos que es imposible que entendiéramos mal los escritos de Pablo!

La mayoría de las enseñanzas de los apóstoles era hablada

Todas las enseñanzas de Jesús se comunicaban oralmente. El no dejó ni siquiera una palabra escrita de instrucción para la iglesia primitiva. Cuando la iglesia primitiva tuvo su principio en el día de Pentecostés, la única enseñanza cristiana que tenía era la palabra hablada. De hecho, el Nuevo Testamento que conocemos hoy no se completó hasta casi terminar el primer siglo. Por esta razón la iglesia del primer siglo tenía que depender mayormente de las enseñanzas habladas de los apóstoles. Y los apóstoles enseñaban oralmente a estos cristianos.

¿Realmente cree usted que el apóstol Pablo, evangelista y maestro incansable, no enseñó nada más a las iglesias sino sólo las 13 o 14 cartas breves que tenemos en nuestro Nuevo Testamento? ¡Claro que enseñó más! Pablo exhortó a los tesalonicenses: “Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra” (2 Tesalonicenses 2.15). Pablo deseaba que los cristianos siguieran sus enseñanzas habladas tanto como las escritas.

¿Y qué de los demás apóstoles? ¿Cree usted que Pedro nunca escribió nada sino unas siete páginas? ¿Y qué de los apóstoles Andrés, Jacobo, Felipe, Bartolomé, Tomás, Jacobo (el hijo de Alfeo), Simón el cananista, y Judas (hijo de Alfeo)? ¿En verdad cree que ellos no tenían nada que compartir con la iglesia primitiva? ¡Increíble! Estos eran los hombres que Jesús mismo había escogido. Habían andado con él por tres años, un grupo de discípulos íntimos que escucharon sus enseñanzas. Según el testimonio de la iglesia primitiva, todos los apóstoles dedicaban su vida a la predicación del evangelio, enseñando constantemente.

Pablo escribió a los corintios: “Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué” (1 Corintios 11.2). Pablo sigue con una amonestación a algunas mujeres de Corinto que no llevaban un velo sobre la cabeza. No sabemos de ningún mandamiento apostólico escrito antes de eso de que las mujeres cristianas llevaran un velo cuando oraban o profetizaban. Pero claramente los apóstoles habían dado una instrucción hablada. Y Pablo testifica que las iglesias ya tenían una costumbre en cuanto al uso del velo: “Si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre [la de andar una mujer sin velo], ni las iglesias de Dios” (1 Corintios 11.16).

Por favor no se adelante aquí concluyendo que existan otras doctrinas, u otros mandamientos morales, u otras revelaciones que recibieron los primeros cristianos sólo verbalmente. En verdad, los escritos de los primeros cristianos dan una evidencia amplia de que no había ninguna doctrina sino sólo las que tenemos escritas. Nuestro Nuevo Testamento contiene todas las doctrinas y todos los mandamientos morales necesarios para la vida cristiana.

En vez de eso, la tradición apostólica (o sea, las enseñanzas habladas de los apóstoles) constaba de dos cosas mayores. Primero, establecían o aprobaban prácticas respecto a la adoración y el compañerismo cristiano. En verdad, la iglesia primitiva recibió la mayoría de sus prácticas en estos puntos por tradición apostólica hablada, no por escrito. Por ejemplo, en ninguna parte del Nuevo Testamento leemos cuándo deben reunirse los cristianos, o cuántas veces deben celebrar la santa cena. Pero el testimonio de los primeros cristianos nos enseña que definitivamente había tradiciones dadas por los apóstoles y sus compañeros en cuanto a esos puntos.

El gobierno de la iglesia también se estableció por tradición apostólica, o sea por las enseñanzas habladas de los apóstoles. Cuando Pablo dio a Timoteo y Tito las instrucciones acerca de escoger ancianos y diáconos para la iglesia primitiva, no instituía una nueva forma de gobernar la iglesia primitiva (1 Timoteo 3.1-13; Tito 1.5-9). Sencillamente describía a los hombres que debían ser escogidos para tomar los puestos que todos ya conocían.

En segundo lugar, las enseñanzas habladas de los apóstoles aclaraban y explicaban los puntos que se habían tratado (o que pronto serían tratados) en los escritos que componen el Nuevo Testamento. Los apóstoles nunca idearon que la iglesia primitiva debiera interpretar sus escritos por sí solos, aparte de las muchas enseñanzas habladas que daban. Y ya que la iglesia primitiva se aferraba a las abundantes instrucciones habladas de los apóstoles, llevaban una ventaja enorme a nosotros en cuanto a interpretar los escritos de los apóstoles.

Pero, por favor, no confunda usted las tradiciones apostólicas con las tradiciones humanas adoptadas por las iglesias después. La gran mayoría de las tradiciones enseñadas por la iglesia católica romana y por la iglesia ortodoxa (de Grecia y Rusia) eran desconocidas a los primeros cristianos. Tales tradiciones se adoptaron después del tiempo de Constantino.

¿Será que los primeros cristianos a propósito falsificaron la verdad? Los primeros cristianos estaban en mejor posición para entender e imitar a los apóstoles.

¿SE FALSIFICARON A PROPÓSITO LAS ENSEÑANZAS DE LOS APÓSTOLES?

Si el cristianismo cambió radicalmente dentro de pocos decenios después de la muerte del apóstol Juan, no creo que fuera porque la iglesia no entendiera las enseñanzas de los apóstoles. Seamos razonables. Si los cristianos que recibieron instrucción personal de los apóstoles no pudieron entender sus enseñanzas, ¿quién las podrá entender? Por esto digo, si los cristianos se apartaron fundamentalmente del cristianismo de los apóstoles, tuvieron que haberlo hecho a propósito, con pleno conocimiento.

Creían que no habría ninguna nueva revelación de Dios

¿Creían los primeros cristianos que los apóstoles erraron en algunos puntos de la fe? ¿Creían que la iglesia primitiva había recibido alguna revelación nueva después de la muerte de los apóstoles? ¿O que la doctrina apostólica llegó a pasar de moda?

La respuesta a todas estas preguntas es un “no” inequívoco. La iglesia primitiva enseñaba claramente que no hubo ninguna revelación nueva después de la muerte de los apóstoles. Creían firmemente que todo lo que podemos saber de Dios ya nos fue revelado por medio de los apóstoles. Además, la iglesia creía que los apóstoles no habían enseñado nada erróneo y que sus enseñanzas aplicaban a los cristianos hasta el fin del siglo.

Por ejemplo, Tertuliano escribió: “En los apóstoles del Señor hallamos nuestra autoridad. Pero ni aun ellos se atrevieron a introducir nada nuevo, mas fielmente entregaron a las naciones (de todo el mundo) la doctrina que ellos habían recibido de Cristo. Por lo tanto, si aun ‘un ángel del cielo. . . anunciare otro evangelio’, que sea anatema [Gálatas 1.8]. . . Por lo tanto, tenemos esta norma: Ya que el Señor Jesucristo mandó a los apóstoles que predicaran [el evangelio], no recibimos ningún otro que predica sino sólo a los mandados por Cristo. . . El Hijo no reveló [a su Padre] a nadie sino sólo a los apóstoles, a quienes también encargó que predicaran lo que les había revelado.”

En verdad, el desacuerdo principal de la iglesia primitiva con los grupos heréticos trataba eso mismo: el tema de revelación. Casi todos los herejes afirmaban tener revelaciones nuevas además de las de los apóstoles.

Los primeros cristianos se aferraban firmemente a la posición de que no habría otra revelación de Dios después de la revelación dada a los apóstoles. Por eso, la iglesia primitiva rechazaba inmediatamente cualquier enseñanza que no habían recibido de los labios de los apóstoles.

Los líderes de la iglesia primitiva eran hombres de integridad

Pero, para continuar nuestra discusión, el hecho de que los primeros cristianos decían que no había ninguna revelación después de la que fue dada a los apóstoles no quiere decir que ellos mismos no cambiaran con astucia las enseñanzas apostólicas, con intención de engañar. ¿Qué de su integridad? ¿Eran ellos hombres honrados, temerosos de Dios, o eran buscadores poco escrupulosos de la riqueza y el poder? La evidencia incontrovertible es que ellos eran hombres temerosos de Dios, humildes y honrados. Como primer punto, no recibieron ninguna remuneración económica por su posición. No se les pagaba ningún salario. Los que servían como ancianos en la iglesia primitiva se negaban de las comodidades de la vida y vivían en pobreza. Sólo los herejes sacaban ganancia de su posición de liderato. Había muy poco que pudiera atraer uno a una posición de liderato en la iglesia primitiva sino sólo un anhelo honrado de servir a Dios.

Más que eso, en tiempo de persecución, los líderes de la iglesia primitiva eran el grupo más buscado de los soldados y de las muchedumbres. Durante algunas épocas, ser nombrado como anciano de iglesia casi equivalía a recibir la pena de muerte. Con todo, casi sin excepción, los líderes de la iglesia primitiva estaban dispuestos a soportar las torturas inhumanas antes de negar a Cristo. Muchos de los líderes cristianos que citamos en este diccionario, Ignacio, Policarpo, Justino, Hipólito, Cipriano, Metodio, y Orígenes, de buena voluntad dieron sus vidas por su fe en Jesucristo. Si estos hombres hubieran sido engañadores sin escrúpulos, torciendo las enseñanzas de Cristo y sus apóstoles, ¿hubieran estado dispuestos a morir por Cristo? Los gnósticos no estaban dispuestos a morir por su fe. Aunque afirmaban haber recibido nuevas revelaciones de Dios, cuando les hacía frente la tortura y la muerte, pronto se rendían y negaban su fe. Pocas personas están dispuestas a morir por un engaño conocido.

¿No usamos esta misma verdad cuando defendemos la veracidad de la resurrección de Jesús? ¿No decimos que los apóstoles no hubieran estado dispuestos a dar sus vidas por un engaño que ellos mismos iniciaron? ¿Qué nos hace creer que los seguidores de los apóstoles hubieran muerto por un engaño?

Los primeros cristianos reunieron y preservaron el Nuevo Testamento

En verdad, la autenticidad de nuestro Nuevo Testamento tiene su fundamento en la integridad de los primeros cristianos. A fin de cuentas, los líderes de la iglesia primitiva reunieron, preservaron, y probaron la autenticidad de los escritos que nosotros ahora llamamos el Nuevo Testamento.

Algunos cristianos hoy en día creen equivocadamente que los apóstoles, antes de morir, reunieron sus escritos y los entregaron a la iglesia primitiva, un libro completo. Suponen que ellos les dijeron a los cristianos de entonces: “Aquí está el Nuevo Testamento. Con esto, no les falta nada. Aquí esta la revelación de Dios.” Pero no fue así. Las distintas cartas y libros escritos por los apóstoles no fueron reunidos todos por una sola iglesia en un libro. Unas iglesias reunieron unos; otras iglesias, otros. Los apóstoles nunca dejaron dicho a las iglesias cuáles escritos aceptar y cuáles desechar. Los primeros cristianos tenían que decidir ellos mismos cuáles escritos fueron legítimos de los apóstoles y cuáles no lo fueron. Y eso no era tan fácil.

Ahora, si decimos que los primeros cristianos no eran hombres honrados, nos colocamos entre la espada y la pared. Si ellos a propósito cambiaron las enseñanzas de los apóstoles, tenemos que decir que, con toda probabilidad, también cambiaron los escritos de los apóstoles. Entonces, ¿qué base queda para nuestras creencias? Resulta que cuando defendemos el Nuevo Testamento como legítimo y auténtico, estamos defendiendo también la integridad de los primeros cristianos. Usamos el testimonio de ellos y su aceptación de estos escritos como nuestro fundamento primordial de defensa.

La integridad de estos hombres se nota especialmente en sus decisiones de cuáles libros incluir en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, entendiendo la doctrina de los primeros cristianos respecto a las obras y la salvación, creeríamos que la iglesia primitiva hubiera dado gran énfasis a la carta de Santiago, aceptando sin demora su autenticidad. A la vez, esperaríamos que se opusieran a la carta de Pablo a los romanos. Pero fue todo al contrario. Los primeros cristianos pocas veces citaban de la carta de Santiago, y por un tiempo muchas iglesias dudaban de su autenticidad. Por contraste, citaban muchas veces de las cartas de Pablo, e incluían sin demora sus cartas en el Nuevo Testamento.

¡Qué integridad más tremenda! Dudaban la autenticidad del libro que más los apoyaba en su doctrina de la salvación. Al mismo tiempo, aceptaban sin demorar aquellos libros que al parecer daban menos énfasis a lo que creían. ¿Tuviéramos nosotros tan grande integridad?

Los primeros cristianos eran muy conservadores

Los primeros cristianos eran muy conservadores. Para ellos el cambio equivalía al error. Ya que no esperaban ninguna revelación fuera de la de los apóstoles, desechaban de inmediato cualquier enseñanza que no habían recibido de los apóstoles. Por ejemplo, en la carta que una congregación escribió a otra congregación, tenemos lo siguiente: “Ustedes entienden muy bien, sin duda, que aquellos que desean promover nuevas doctrinas se acostumbran pronto a pervertir las pruebas en las Escrituras que desean usar, conformándolas a su propio parecer. . . . Por lo tanto, un discípulo de Cristo no debe recibir ninguna doctrina nueva, ninguna que se añade a lo que ya nos fue dado por los apóstoles.”

Cuando uno cree que cualquier cambio constituye error, las cosas no cambian mucho. Si comparamos el cristianismo del segundo siglo con el de tercer siglo, vemos esto mismo muy bien. Cuando comparamos los escritos de los dos siglos, vemos muy pocos cambios en las doctrinas enseñadas en todas las iglesias o en los preceptos morales que seguían. Había algunos cambios leves, sí, pero mayormente tenían que ver con el gobierno de la iglesia y su disciplina.

Los Primeros Cristianos Consultaron los discípulos de los apóstoles

Otra cosa que impresiona acerca de los primeros cristianos era su deseo sincero de evitar el extraviarse por descuido de las prácticas de los apóstoles. La iglesia primitiva del primer siglo se aferró a las enseñanzas por palabra de los apóstoles y consultaron con los apóstoles cuando surgía cualquier duda. Si no podían consultar con los apóstoles, consultaron con los ancianos de aquellas iglesias donde los apóstoles habían enseñado personalmente. Esta última costumbre se practicaba hasta el tiempo de Constantino. Por ejemplo, Ireneo escribió: “Pongamos que se levanta entre nosotros una discusión sobre un punto importante. ¿No debiéramos volver a las iglesias más antiguas con las cuales los apóstoles trataban, aprendiendo de ellas lo que es cierto y manifiesto en cuanto a nuestra duda?”

Recordemos que hasta el año 150 había ancianos en la iglesia primitiva quienes habían sido instruidos personalmente por uno o más de los apóstoles. Hasta los principios del tercer siglo, había líderes en la iglesia primitiva quienes recibieron instrucción de los discípulos personales de los apóstoles. Claro, consultar con las iglesias fundadas por los apóstoles no era lo mismo que consultar con los mismos apóstoles. Pero cuando tomamos en cuenta el espíritu muy conservador de la iglesia primitiva, vemos que constituye un método válido para evitar desviarse de las prácticas y las enseñanzas de los apóstoles.

Aquí debemos notar que esta costumbre se practicaba voluntariamente. Ninguna iglesia tenía autoridad sobre otras iglesias. Recordemos también que esta costumbre no se basaba en el pensamiento que las iglesias fundadas por los apóstoles tuvieran alguna revelación o autoridad nueva, sino en que servían como el eslabón mejor a la revelación dada a los apóstoles.

Todos enseñaban las mismas doctrinas fundamentales

El cristianismo primitivo se caracteriza por una diversidad de creencias sobre los puntos menos importantes de doctrina. A la vez, la gran mayoría de las doctrinas y las prácticas fundamentales, se enseñaban casi universalmente en la iglesia primitiva. Esta universalidad de las doctrinas fundamentales de la iglesia primitiva nos convence que estas doctrinas venían de los apóstoles. No había ningún cristiano en el segundo siglo que hubiera tenido tal grado de influencia en todas las iglesias que hubiera podido originar una doctrina nueva que sería aceptada en todas.

Si las iglesias se hubieran apartado de la única fe verdadera predicada por los apóstoles, ¿cómo es posible que todas resultaran enseñando lo mismo? En ese tiempo, no había ningún papa, ni jerarquías eclesiásticas, ni concilios mundiales, ni seminarios, ni siquiera impresos. No había ninguna manera de diseminar enseñanzas erróneas en todas las iglesias. No había ni siquiera un credo que fuera usado en todas las iglesias de los siglos dos y tres. Cada congregación tenía su propia declaración de doctrina cristiana. Entonces, ¿en qué manera hubieran podido estas iglesias llegar a las mismas interpretaciones y prácticas si no es que siguieron fielmente lo que les fue enseñado por Pablo y los demás apóstoles? Y notemos una cosa más. Trescientos años después de la muerte de Cristo, los cristianos formaban un cuerpo unido. Pero, trescientos años después de la Reforma, los cristianos estaban divididos entre centenares de grupos y sectas disidentes. ¿No deberemos aprender algo de este hecho?

¿Qué dijo Jesús acerca de sus enseñanzas?

Por fin, y como punto más importante, tenemos el testimonio de Jesús mismo acerca de estos cristianos. Al final del primer siglo, él evaluó a siete iglesias y dejó escrito su evaluación en el libro de Apocalipsis. Muy pocos años separaron este libro escrito por Juan de los primeros escritos que he citado en este libro. Lo cierto es que las cartas de Ignacio y Clemente de Roma probablemente se escribieron antes que Apocalipsis.

En el libro de Apocalipsis, ¿qué dijo Jesús a estas siete iglesias representantes de las demás? ¿Las reprendió por sus doctrinas falsas? ¿Les censuró porque creían que las obras tienen que ver con la salvación? No. Muy al contrario.

Les exhortó que aumentaran sus obras. Dijo a la iglesia en Sardis que sus obras no eran completas. Pero no dijo nada a ninguna iglesia acerca de sus doctrinas fundamentales. Su censura más importante contra estas iglesias era que daban lugar entre ellos a algunos maestros inmorales y a las personas que los seguían. Y este problema sí se remedió en el segundo siglo.

No hay nada en los mensajes de Jesús a las siete iglesias que nos hiciera creer que ellas enseñaran doctrinas falsas. Como ya dije, Jesús no reprendió en ningún punto a la iglesia de Esmirna, iglesia donde Policarpo era el obispo. ¿Qué medida de aprobación mayor que ésa pudieran recibir? Agradaban a Dios.

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