OFRENDAS

Para los primeros cristianos “ofrendar” significaba dar “limosnas” o ayudar a los necesitados; pues de esta manera, ellos creían, que daban a Dios. Ellos ofrendaban de dos maneras: Primero, de manera individual, ayudaban a los pobres, huérfanos, viudas, presos y ancianos. Y segundo, ofrendaban en las reuniones de la iglesia “de manera voluntaria,” y el dinero recolectado tenía el mismo fin: distribuirse entre los necesitados.

I. Exhortación y consejos sobre ayudar a los necesitados
II. Recompensas por ayudar a los necesitados
III. Hacer amigos con las riquezas injustas
IV. Cómo ofrendaban en el culto

I. Exhortación y consejos sobre ayudar a los necesitados (Volver arriba)

Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. Mateo 5:42

Guardaos de hacer su justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de su Padre que está en los cielos. Mateo 6:1

Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Mateo 25:34-40

Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. 1 Juan 3:17-18

La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo. Santiago 1:27

Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de ustedes les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Santiago 2:15-16

Debes dar a cualquiera que te pida, y no reclamar nada, puesto que el Padre quiere que los bienes recibidos de su propia gracia, sean distribuidos entre todos. Dichoso aquel que da conforme al mandamiento; el tal, será sin falta. Desdichado del que reciba. Si alguno recibe algo estando en la necesidad, no se hace merecedor de reproche alguno; pero aquel que acepta alguna cosa sin necesitarlo, dará cuenta de lo que ha recibido y del uso que ha hecho de la limosna.” Didaché (80-140 d.C.)

No tiendas la mano para recibir, ni la tengas cerrada cuando se trate de dar. Si posees algunos bienes como fruto de tu trabajo, no pagarás el rescate de tus pecados. No estés indeciso cuando se trate de dar, ni regañes al dar algo, porque conoces al dispensador de la recompensa. No vuelvas la espalda al indigente; reparte lo que tienes con tu hermano, y no digas que lo tuyo te pertenece, porque si las cosas inmortales les son comunes, ¿con cuánta mayor razón deberá ser lo perecedero? Didaché (80-140 d.C.)

Hagan sus oraciones, sus limosnas y todo cuanto hicieren, según los preceptos dados en el evangelio de nuestro Señor. Didaché (80-140 d.C.)

Y eran todos humildes en el ánimo y libres de arrogancia, mostrando sumisión en vez de reclamarla, mas contentos de dar que de recibir. Clemente de Roma (30-100 d.C.)

Esperen el juicio que viene. Así pues, los que tienen más que suficiente, busquen a los hambrientos, en tanto que la torre (la iglesia) no está terminada; porque una vez que la torre haya sido terminada, desearán hacer bien y no hallarán oportunidad de hacerlo. Miren, pues, los que se alegran en su riqueza, que los que están en necesidad no giman, y su gemido se eleve al Señor, y ustedes con su [abundancia de] cosas buenas hallen cerrada la puerta de la torre. Hermas (150 d.C.)

Haz lo que es bueno, y de todas tus labores, que Dios te da, da a todos los que están en necesidad generosamente, sin hacer preguntas sobre a quién has de dar y a quién no has de dar. Da a todos, porque Dios desea que todos reciban de su abundancia. Los que reciben, pues, tendrán que dar cuenta a Dios de por qué lo han recibido y a qué fin; porque los que reciben en necesidad no serán juzgados, pero los que reciben con pretextos simulados recibirán el castigo. Así pues, el que da es inocente; porque como recibe del Señor el servicio a ejecutar, lo ha ejecutado en sinceridad, sin hacer distinción entre a quién da y a quién no da. Esta administración, pues, cuando es ejecutada sinceramente, pasa a ser gloriosa a la vista de Dios. Hermas (150 d.C.)

Los que tenemos, socorremos a todos los necesitados y nos asistimos siempre los unos a los otros. Por todo lo que comemos, bendecimos siempre al Hacedor del universo. Justino Mártir (160 d.C.)

“Quien se compadece del pobre presta a Dios.” Mas aunque Dios no tenga necesidad de nada, recibe nuestras buenas obras a fin de darnos en retorno sus propios bienes, como dice nuestro Señor: “Vengan, benditos de mi Padre, a recibir el reino preparado para ustedes; porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, vagué peregrino y me recibieron, desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, en la cárcel y vinieron a verme.” Así como él no necesita de estas cosas, y sin embargo quiere que las hagamos en favor de nosotros mismos, así también el Verbo mismo mandó al pueblo que ofreciera oblaciones aunque él no las necesitaba, sino para que aprendiera a servir a Dios. Ireneo (180 d.C.)

“A cualquiera que te pida, dale.” Porque verdaderamente Dios se deleita en el dar. Y este dicho está lleno de divinidad: no esperar a que alguien nos pida, sino buscar a quienes merecen recibir la bondad… ¡Oh divina mercancía! Uno busca la inmortalidad con el dinero; y al dar las cosas perecederas del mundo, uno recibe a cambio una mansión eterna en los cielos. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Por amor a otro el cristiano se hace pobre a sí mismo, para que no pase por alto a ningún hermano que tenga necesidad. Comparte, especialmente si cree que él puede soportar la pobreza mejor que su hermano. También considera que el sufrir de otro es su propio sufrir. Y si sufre algo por haber compartido de su propia pobreza, no se queja. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Poseer, por una parte, lo suficiente y no angustiarse por tenerlo que buscar; y, por otra, socorrer a los que convenga. Porque, de no tener nadie nada, ¿qué comunión de bienes podría darse entre los hombres?... ¿Cómo dar de comer al hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al desamparado, cosas por las que, de no hacerse, amenaza el Señor con el fuego eterno y las tinieblas exteriores, si cada uno empezara por carecer de todo eso? Clemente de Alejandría (195 d.C.)

No es humano ni equitativo decir palabras como estas: “Está en mi mano y mi sobra ¿Por qué no disfrutar?” En cambio, es más conforme al amor: “Está a mi disposición, ¿Por qué no repartirlo entre los necesitados?” En efecto, es perfecto quien cumple el precepto: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Este es el verdadero gozo, la verdadera riqueza que acumula tesoros para sí, mientras que el gastar para satisfacer los vanos deseos se ha de considerar como derroche y no como gasto. Sé muy bien que Dios nos ha permitido hacer uso de las cosas, mas dentro de los límites de la estricta necesidad, y ha querido que este uso fuese común a todos. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Es correcto suplir la necesidad; pero no está bien sostener la ociosidad. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

(Escrito a los paganos) Nuestra compasión gasta más en las calles que ustedes en sus templos. Tertuliano (197 d.C.)

Si tu hermano se encuentra débil (hablo del hombre pobre) y yace enfermo, no lo visites con las manos vacías. Haz el bien delante de Dios. Paga tu obediencia con tu dinero… No hay valor en visitar solamente con palabras, pero sí con ayuda. (Visitarlo sólo con palabras) sería maldad contra tu hermano que está enfermo por la falta de alimentos. ¡No lo sacies con palabras! ¡Tu hermano necesita comida y bebida! Comodio (240 d.C.)

Fíjate cuánto peca él en la iglesia: ¡Aquel que se prefiere a sí mismo y a sus hijos que a Cristo! Tal persona preserva sus riquezas y no comparte sus abundantes bienes para aliviar la pobreza de los necesitados. Cipriano (250 d.C.)

¿Cuánto más podría Él estimular las obras de nuestra justicia y misericordia, al decir que al dar a los necesitados y a los pobres, le damos a Él? Cipriano (250 d.C.)

Pero (los paganos hacen una distinción entre estas cosas). Esto se debe a que éstos miden todas las cosas por su utilidad presente, no por la verdad misma. Pues éstos esperan que aquellos a quienes socorren del peligro, les devuelvan el favor. Sin embargo, puesto que los paganos no pueden esperar nada de los pobres, piensan que el dar a este tipo de hombres es un desperdicio… No obstante, nosotros no debemos dar nuestras provisiones a personas indicadas (a los que nos pueden devolver), sino tanto como sea posible a los no indicados. Porque cuando uno lo hace sin esperar nada a cambio, verdaderamente lo hace por causa de la justicia, la piedad y la humanidad. Lactancio (304-313 d.C.)

¿Por qué haces distinción entre personas? ¿Por qué miras las apariencias corporales?... Sé generoso con los ciegos, los débiles, los cojos y los destituidos. Pues ellos morirán a menos que tú les concedas tus dones. Ellos pueden ser inútiles para los hombres, pero son útiles para Dios; por cuanto Él preserva la vida en ellos y los dota de respiración. Lactancio (304-313 d.C.)

Para mantener esta hermandad, Dios quiere que hagamos siempre el bien, nunca el mal. Y Él mismo nos enseña en qué consiste hacer el bien: ayudar a los humildes y desgraciados, dar de comer a los que no tengan alimento. Siendo piadoso, quiso que los hombres vivamos en sociedad y que veamos en cada persona nuestra misma naturaleza. No merecemos ser librados en los peligros si no socorremos a los demás; ni recibir auxilio si lo negamos nosotros. Lactancio (304-313 d.C.)

Alguien podría argumentar: “Si yo hiciera todas estas cosas (compartir nuestros bienes con los necesitados), no tendría posesiones. ¿Y qué si una gran cantidad de personas estuviera en necesidad, sufriendo frío, siendo llevada cautiva y tuviera que morir? Si alguien actuara de este modo, ¡se privaría de sus bienes en un sólo día! ¿Debería echar yo los bienes que adquirí por medio de mi propio trabajo o el de mis padres? ¿Debería vivir yo mismo de la lástima de otros?” (Respuesta de Lactancio:) ¿Por qué temes convertir un bien frágil y perecedero en uno que es eterno? ¿Por qué temes confiar tus tesoros a Dios como el preservador de ellos? Pues, si lo hicieras, no temerías a los ladrones ni al orín ni al tirano. El que es rico para con Dios, nunca puede ser pobre. Si amas la justicia, deja de lado entonces la carga que te oprime y sigue la justicia. Líbrate tú mismo de la esclavitud y las cadenas para que puedas correr a Dios sin ningún obstáculo. Lactancio (304-313 d.C.)

II. Recompensas por ayudar a los necesitados (Volver arriba)

A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar. Proverbios 19:17

Mucho mejor es la oración acompañada con el ayuno, y dar limosna viviendo honradamente, que tener riquezas y ser malvado. Mucho mejor es dar limosna que conseguir montones de oro. Dar limosna salva de la muerte y purifica todo pecado. Los que dan limosna gozarán de larga vida. Tobías 12:8-9

Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye. Lucas 12:33

Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Mateo 6:3-4

El, mirándole fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios. Hechos 10:4

Y ante todo, tened entre ustedes ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados. 1 Pedro 4:8

Pero todo el que toma sobre sí la carga de su prójimo, todo el que desea beneficiar a uno que es peor en algo en lo cual él es superior, todo el que provee a los que tienen necesidad las posesiones que ha recibido de Dios, pasa a ser un dios para aquellos que lo reciben de él, es un imitador de Dios. Epístola a Diogneto (125-200 d.C.)

Cuando puedan hacer bien, no lo demoren, porque la limosna libra de la muerte. Policarpo (135 d.C.)

El dar limosna es, pues, una cosa buena, como el arrepentirse del pecado. El ayuno es mejor que la oración, pero el dar limosna mejor que estos dos. Y el amor cubrirá multitud de pecados, pero la oración hecha en buena conciencia libra de la muerte. Bienaventurado el hombre que tenga abundancia de ellas. Porque el dar limosna quita la carga del pecado. Segunda de Clemente (150 d.C.)

Por tanto, en vez de campos, compra almas que estén en tribulación, como puede cada cual, y visita a las viudas y los huérfanos, y no lo descuides; y gasta tus riquezas y todos tus recursos, que has recibido de Dios, en campos y casas de esta clase. Porque para este fin les ha enriquecido el Señor, para que puedan ejecutar estos servicios suyos. Es mucho mejor comprar campos [y posesiones] y casas de esta clase, que hallarás en tu propia ciudad (el cielo) cuando vayas a residir a ella. Esta distribución abundante es hermosa y gozosa y no trae tristeza ni temor, sino gozo. Hermas (150 d.C.)

Los dos, pues, cumplen su obra; el pobre haciendo intercesión, en lo cual es rico [y que él recibe del Señor]; y la devuelve, otra vez, al Señor que se la proporciona. El rico, también, de igual manera provee al pobre, sin vacilar, las riquezas que ha recibido del Señor. Y esta obra es grande y aceptable a Dios, porque (el rico) entiende (el objeto) de sus riquezas, y provee para el pobre de los tesoros del Señor, y realiza el servicio del Señor rectamente. Hermas (150 d.C.)

Digo, además, que todo hombre debe ser rescatado de la desgracia; porque el que tiene necesidad, y sufre desgracias en su vida diaria, está en gran tormento y necesidad. Así pues, todo el que rescata de la penuria una vida de esta clase, obtiene un gran gozo para sí mismo. Porque el que es hostigado por la desgracia de esta clase es afligido y torturado con igual tormento que el que está en cadenas. Porque muchos hombres, a causa de calamidades de esta clase, como ya no lo pueden resistir más, recurren a la violencia contra ellos mismos (el suicidio). Por tanto, el que conoce la calamidad de un hombre de esta clase y no lo rescata, comete un gran pecado, y se hace culpable de la sangre del mismo. Hagan, pues, buenas obras todos los que hayan recibido (beneficios) del Señor. Hermas (150 d.C.)

El hombre bueno, si es prudente y justo, atesora riquezas en el cielo. Éste, vendiendo los bienes terrenales y repartiéndolos a los necesitados, encuentra un tesoro imperecedero, “donde no existe polilla ni ladrón.” Este hombre realmente bienaventurado, por más insignificante, enfermo y despreciable que parezca, posee, en verdad, el mayor de los tesoros. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Los pecados son limpiados por las limosnas y los actos de fe. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Nosotros tenemos por patria el paraíso… ¡Qué alegría tan grande para ellos (los mártires) y nosotros llegar a su presencia y abrazarlos, qué placer disfrutar allá del reino del cielo sin temor de morir y qué dicha tan soberana y perpetua con una vida sin fin! …allí (estarán) los galardonados por su misericordia, que hicieron obras buenas, socorriendo a los pobres con limosnas, que, por cumplir los preceptos del Señor, transfirieron sus bienes terrenos a los tesoros del cielo. Corramos, hermanos amadísimos, con insaciable anhelo tras éstos, para estar enseguida con ellos; deseemos llegar pronto a Cristo. Vea Dios estos pensamientos, y que Cristo contemple estos ardientes deseos de nuestro espíritu y fe; Él otorgará mayores favores de su amor a los que tuvieren mayores deseos de Él. Cipriano (250 d.C.)

Él nos muestra que nuestras oraciones y ayunos son de menos valor si no son acompañadas por las limosnas… La vida es librada de los peligros y las almas de la muerte por dar limosnas. Cipriano (250 d.C.)

Aquellos que oran no deberían presentarse a Dios con oraciones sin fruto o vacías… Él nos dará en el día del juicio un premio por nuestras obras y limosnas. Además, incluso en esta vida, Él es un oidor misericordioso de aquel que viene a Él en oración unida con buenas obras. Por ejemplo, Cornelio el centurión oyó una voz mientras oraba. Porque éste tenía la costumbre de hacer muchas obras de caridad hacia el pueblo y oraba constantemente a Dios. Un ángel apareció… a este hombre diciendo: “Cornelio, tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios.” Cipriano (250 d.C.)

III. Hacer amigos con las riquezas injustas (Volver arriba)

Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas. Lucas 16:9

Y sabiendo que nosotros también obraríamos bien al poseer algo recibido de otros, dijo: “El que tenga dos túnicas dé una al que no tenga, y haga lo mismo quien tenga comida”; y: “Tuve hambre y me dieron de comer, desnudo y me vistieron”; y: “Cuando des limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha.” Lo mismo se diga de todas las obras de beneficencia por las cuales somos justificados, como si redimiéramos lo nuestro al dar de lo ajeno. Y digo de lo ajeno, no porque el mundo sea ajeno a Dios, sino porque hemos recibido de otros esos bienes, así como los hebreos los recibieron de los egipcios que no conocían a Dios. Y usándolos construimos en nosotros mismos el santuario de Dios, en cuanto Dios habita en quienes hacen el bien. Como dice el Señor: “Hagan amigos con el dinero injusto, para que ellos, cuando se los eche, les reciban en los eternos tabernáculos.” Nosotros, pues, somos justificados como creyentes cuando convertimos en utilidad para el Señor aquello que como paganos habíamos adquirido de la injusticia. Ireneo (180 d.C.)

Es absurdo que uno disfrute cuando los demás pasan necesidad. ¡Cuánto más razonable es gastar a favor de los hombres que gastar en piedras preciosas y oro! ¡Cuánto más útil es poseer amigos que nos adornen que adornos sin alma! Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Contrario a lo que es el caso con el resto de los hombres, reúne par ti mismo un ejército que no posea armas bélicas, no sangriento, pacífico y sin mancha: un ejército de ancianos piadosos, huérfanos queridos por Dios, viudas armadas con mansedumbre y hombres adornados con amor. Obtén con tu dinero tales guardas para tu cuerpo y tu alma… Todos estos guerreros y guardas son dignos de confianza. Ninguno de ellos es ocioso o inútil. Algunos de ellos pueden obtener el perdón de Dios para ti. Otros pueden consolarte en la enfermedad. E incluso otros pueden llorar y gemir a favor de ti delante del Señor. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

IV. Cómo ofrendaban en el culto (Volver arriba)

Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén. Romanos 15:25

En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de ustedes ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén. 1 Corintios 16:1-3

No seas de los que extienden la mano para recibir y la encogen para dar. Amarás como a la niña de tus ojos a todo el que te habla del Señor… No vacilarás en dar, ni cuando des murmurarás, sino que conocerás quien es el buen pagador de tu galardón. Bernabé (70-130 d.C.)

Al salir el apóstol, deben proveerle de pan para que pueda ir a la ciudad donde se dirija: si pide dinero, es un falso profeta… El profeta, que hablando por el espíritu, ordenare la mesa y comiere de ella, es un falso profeta. El profeta que enseñare la verdad, pero no hiciere lo que enseña, es un falso profeta. Si alguien, hablando por el espíritu, les pidiere dinero u otra cosa, no le hagan caso. Didaché (80-140 d.C.)

Los que tienen las manchas son diáconos que ejercieron mal su oficio, y saquearon la sustancia de viudas y huérfanos, e hicieron ganancia para sí con las administraciones que habían recibido para ejecutar. Estos, pues, si permanecen en el mismo mal deseo, son muertos y no hay esperanza de vida para ellos. Hermas (150 d.C.)

El día que se llama del sol [el domingo], se celebra una reunión de todos los que viven en las ciudades o en los campos, y se leen los recuerdos de los apóstoles o los escritos de los profetas, mientras hay tiempo… Los que tienen y quieren, dan libremente lo que les parece bien; lo que se recoge se entrega al que dirige para que socorra con ello a huérfanos y viudas, a los que están necesitados por enfermedad u otra causa, a los encarcelados, a los forasteros que están de paso: en resumen, se le constituye en proveedor para quien se halle en la necesidad. Justino Mártir (160 d.C.)

Pero ellos (los herejes), y a mi juicio con toda razón, no quieren enseñar abiertamente a todos, sino sólo a quienes pueden pagar bien por tales misterios. Pues estas cosas no se parecen a aquéllas de las que dijo el Señor: “Den gratis lo que gratis han recibido.” Ireneo (180 d.C)

Ha sido su costumbre, desde el principio, hacer bien de diferentes maneras a todos los hermanos y de enviar socorros a las muchas iglesias que hay en cada ciudad. Así alivian la miseria de los indigentes y proveen las necesidades de los hermanos que están en las minas mediante los recursos que han mandado desde un principio. Dionisio de Corinto (siglo II)

Tenemos una especie de caja, sus ingresos no provienen de cuotas fijas, como si con ello se pusiera un precio a la religión, sino que cada uno, si quiere o si puede, aporta una pequeña cantidad el día señalado de cada mes, o cuando quiere. En esto no hay compulsión alguna, sino que las aportaciones son voluntarias, y constituyen como un fondo de caridad. En efecto, no se gasta en banquetes, o bebidas, o despilfarros inútiles, sino en alimentar o enterrar a los pobres, o ayudar a los niños y niñas que han perdido a sus padres y sus bienes, o a los ancianos confinados en sus casas, a los náufragos, o a los que trabajan en las minas, o están desterrados en las islas o prisiones o en las cárceles. Tertuliano (197 d.C.)

Pero dicen (los paganos): justamente los sacerdotes se irritan debido a la inutilidad de los cristianos, porque cada día se disminuyen los tributos en los templos, “ya que no hay un cristiano que arroje a los dioses un dinero.” Señores, no es culpa nuestra; consideren que nuestro trabajo no basta para sustentar a hombres pobres (los sacerdotes) y dioses mendigos, y entendemos que la limosna no se ha de dar, sino al que la llega a pedir. Si quiere Júpiter que le demos, hable, pida, alargue la mano y reciba, mientras extiende el brazo, sepa que nuestra piedad gasta más con los pobres que piden de calle en calle, que su religión con los dioses que piden de templo en templo. Tertuliano (197 d.C.)

En una carta dirigida a los cristianos encarcelados, Tertuliano escribió:

Entre los alimentos que para el cuerpo ¡Oh, escogidos y dichosos mártires! les envía a la cárcel la señora iglesia, nuestra madre, sacados de sus pechos y del trabajo, de cada uno de los fieles (se refiere a las ofrendas voluntarias de los cristianos), reciban también de mí algo que nutra su espíritu (una carta). Tertuliano (197 d.C.)

La siguiente cita fue escrita a los obispos y diáconos de Cartago, África, sobre cómo distribuir el dinero recolectado en la congregación.

Respecto al suministro de recursos, les ruego que nada falte, tanto a los que por confesar gloriosamente al Señor están en la cárcel, como a los que viéndose en pobreza y necesidad, permanecen, no obstante, fieles al Señor. Cipriano (250 d.C.)

VER TAMBIÉN DIEZMOS; HUÉRFANOS Y VIUDAS; PROSPERIDAD Y POBREZA; VIDA DE LOS CRISTIANOS, EL ESTILO DE

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