ORACIÓN

Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Mateo 6:5-6

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. Mateo 7:7-8

Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en sus deleites. Santiago 4:3

Confesarás tus pecados. No te acercarás a la oración con conciencia mala. Bernabé (70-130 d.C.)

No hagan tampoco oración como los hipócritas, sino como el Señor lo ha mandado en su evangelio. Ustedes orarán así: “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; danos hoy nuestro pan cotidiano; perdónanos nuestra deuda como nosotros perdonamos a nuestros deudores, no nos induzcas en tentación, sino líbranos del mal, porque tuyo es el poder y la gloria por todos los siglos.” Oren así tres veces al día. Didaché (80-140 d.C.)

Hagan sus oraciones, sus limosnas y todo cuanto hicieren, según los preceptos dados en el evangelio de nuestro Señor. Didaché (80-140 d.C.)

Y orad sin cesar por el resto de la humanidad (los que tienen en sí esperanza de arrepentimiento) para que puedan hallar a Dios. Por tanto, dejen que tomen lecciones por lo menos de sus obras. Ignacio (105 d.C.)

Volvamos a la palabra que nos ha sido entregada desde el principio, siendo sobrios en la oración y constantes en los ayunos, rogando al Dios omnisciente, con súplicas, que no nos deje caer en la tentación, según dijo el Señor: El espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Policarpo (135 d.C.)

Oren también por los reyes y potentados y príncipes, y por los que les persiguen y aborrecen, y por los enemigos de la cruz, que su fruto pueda ser manifiesto entre todos los hombres, para que puedan ser perfeccionados en Él. Policarpo (135 d.C.)

Ahora bien, el glorioso Policarpo… quedó con unos pocos compañeros, no haciendo otra cosa noche y día que orar por todos los hombres y por las iglesias por todo el mundo; porque ésta era su costumbre constante. Y mientras estaba orando tuvo una visión tres días antes de su captura; y vio que su almohada estaba ardiendo. Y se volvió y dijo a los que estaban con él: “Es necesario que sea quemado vivo.” Martirio de Policarpo (135 d.C.)

Y Policarpo les persuadió (a los soldados que lo capturaron) a concederle una hora para que pudiera orar sin ser molestado; y cuando ellos consintieron, él se levantó y oró, estando tan lleno de la gracia de Dios, que durante dos horas no pudo callar, y todos los que le oían estaban asombrados, y muchos se arrepentían de haber acudido contra un anciano tan venerable. Martirio de Policarpo (135 d.C.)

El dar limosna es, pues, una cosa buena, como el arrepentirse del pecado. El ayuno es mejor que la oración, pero el dar limosna mejor que estos dos. Y el amor cubrirá multitud de pecados, pero la oración hecha en buena conciencia libra de la muerte. Bienaventurado el hombre que tenga abundancia de ellas. Porque el dar limosna quita la carga del pecado. Segunda de Clemente (150 d.C.)

Pero el Señor es abundante en compasión, y da a los que le piden sin cesar. Hermas (150 d.C.)

Ahora bien, que las oraciones y acciones de gracias ofrecidas por hombres dignos son los únicos sacrificios perfectos y agradables a Dios, yo mismo se lo concedo. Justino Mártir (160 d.C.)

Es bueno bendecir al Creador antes de compartir los alimentos… Finalmente, antes de dormir, es un deber sagrado agradecer a Dios por haber gozado de su gracia y amor. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Persuadidos que Dios está presente en todo lugar, cultivamos nuestros campos, orando. Navegamos por el mar, cantando himnos. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

El hombre espiritual siempre da gracias a Dios por todas las cosas… Siempre cantando himnos, bendiciendo y orando. Tal alma nunca se separa de Dios. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

No son obedientes si no oran por sus enemigos, habiendo llegado a ser libres de todo resentimiento. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

Elevamos nuestra oración a Dios como una fuerza unida, luchamos con Él en nuestras súplicas. Dios se deleita en este tipo de violencia. Tertuliano (197 d.C.)

Nosotros somos los verdaderos adoradores y verdaderos sacerdotes que, orando en espíritu, ofrecen un sacrificio espiritual: una oración, una víctima, que es lo justo y aceptable a Dios. Tertuliano (198 d.C.)

Pero también antes la oración imponía plagas, dispersaba ejércitos enemigos, impedía la utilidad de las lluvias. Ahora, en cambio, la oración aleja toda la ira de la justicia de Dios, está alerta por los enemigos, suplica por los peregrinos… Ella misma disminuye los delitos, aleja las tentaciones, extingue las persecuciones, consuela a los débiles, deleita a los fuertes, conduce a los peregrinos, mitiga las agitaciones, obstaculiza a los ladrones, alimenta a los pobres, gobierna a los ricos, levanta a los caídos, apoya a los que se están cayendo, sostiene a los que están en pie… La oración es el muro de la fe, nuestras armas y nuestras lanzas contra el enemigo que nos observa por todas partes. Por tanto, nunca caminemos desprotegidos. Tertuliano (197 d.C.)

Nuestras oraciones derrotan a todos los demonios que provocan la guerra… Y también tomamos parte en los asuntos públicos cuando sumamos los ejercicios de abnegación a nuestras oraciones y meditaciones justas, las cuales nos enseñan a despreciar los placeres y a no dejarnos llevar por ellos… Ya que en secreto, y en nuestros corazones, nuestras oraciones ascienden a favor de nuestro prójimo, como si fuéramos sacerdotes. De manera que los cristianos son benefactores de su país más que las demás personas. Orígenes (225 d.C.)

Es sumamente provechoso, al tratar de hacer oración, mantenerse constantemente en la presencia de Dios y hablar con Él como se dialoga con una persona a la que se tiene presente. Orígenes (225 d.C.)

“Si dos de ustedes se pusieren de acuerdo en la tierra, considerando algo que pedir, les será hecho.”… Esto es la causa porqué no somos escuchados cuando oramos; porque no estamos de acuerdo con ningún otro en la tierra, ni en las opiniones ni en la vida. Orígenes (245 d.C.)

Aquellos que oran no deberían presentarse a Dios con oraciones sin fruto o vacías… Él nos dará en el día del juicio un premio por nuestras obras y limosnas. Además, incluso en esta vida, Él es un oidor misericordioso de aquel que viene a Él en oración unida con buenas obras. Por ejemplo, Cornelio el centurión oyó una voz mientras oraba. Porque éste tenía la costumbre de hacer muchas obras de caridad hacia el pueblo y oraba constantemente a Dios. Un ángel apareció… a este hombre diciendo: “Cornelio, tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios.” Cipriano (250 d.C.)

Sean constantes en la oración y la lectura, primero hablen con Dios y luego permitan que Dios les hable. Deja que les instruya en sus enseñanzas y que les guíe. Cipriano (250 d.C.)

Si pedimos, recibiremos. Y si recibimos con demora debido a nuestras ofensas, debemos tocar; porque al que toca, se le abrirá. Nuestras oraciones, gemidos y lágrimas deben tocar la puerta, y en esto tenemos que ser insistentes y perseverar aunque ofrezcamos nuestras oraciones con todo el corazón. Oremos con urgencia, con gemidos y peticiones continuas. Sepan, queridos hermanos, no mucho tiempo atrás, fui reprendido en un visión a causa de esto, porque éramos ociosos en nuestras oraciones y no orábamos con vigilancia. Por eso debemos quitar las ataduras del sueño y orar con urgencia y vigilancia. Cipriano (250 d.C.)

Cuando oramos, nuestras palabras y peticiones deben estar bajo disciplina, observando, quieta y modestamente. Porque la característica de un hombre desvergonzado es hacer bullicio con sus gritos. Por otro lado, es necesario para el hombre decente orar con peticiones moderadas. De hecho, el Señor nos ha instruido a orar en secreto... lo cual va más de acuerdo a la fe. Cipriano (250 d.C.)

Cuando nos reunimos con los hermanos en un sólo lugar para celebrar sacrificios divinos con el sacerdote de Dios, debemos tener en cuenta la modestia y disciplina. No debemos gritar en nuestras oraciones desordenadamente en voz alta. Él no tiene necesidad que le pidamos con mucha bulla, porque Él ve los pensamientos de los hombres. Ana oró a Dios, no con una clamorosa petición, sino en silencio y con modestia en el interior de su corazón. Ella pronunció su oración en secreto, pero con una fe abierta. Ella habló con su corazón, no con su voz. Cipriano (250 d.C)

VER TAMBIÉN AYUNO; CULTO CRISTIANO

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