PATRIOTISMO

Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Juan 18:36

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo. Filipenses 3:20

Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma. 1 Pedro 2:11

(Los cristianos) residen en sus propios países, pero sólo como transeúntes; comparten lo que les corresponde en todas las cosas como ciudadanos, y soportan todas las opresiones como los forasteros. Todo país extranjero les es patria, y toda patria les es extraña. Epístola a Diogneto (125-200 d.C.)

También Santos (un cristiano en la hora de su martirio), mientras sus verdugos esperaban que a fuerza de torturas conseguirían hacerle confesar algún crimen, no dijo su nombre ni el de su nación, ni el de su ciudad, ni aun si era siervo o libre, sino que a todas las preguntas respondía en latín: “Soy cristiano.” Esto era para él su nombre, su patria y su raza, y los gentiles no pudieron hacerle pronunciar otras palabras. Los mártires de Lyon, Francia (177 d.C.)

(Escrito por un crítico pagano del cristianismo)Hay una raza nueva de hombres nacidos ayer, sin patria ni tradiciones, asociados entre sí contra todas las instituciones religiosas y civiles, perseguidos por la justicia, universalmente cubiertos de infamia, pero auto glorificándose con la común execración: son los cristianos. Celso (178 d.C.)

No tenemos nación alguna en la tierra. Por tanto, podemos despreciar las posesiones terrenales. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

El Señor, por medio de Abraham, enseña con toda claridad que quien sigue a Dios, debe despreciar la patria, los familiares, los bienes y toda riqueza, considerándolo como algo extraño. Clemente de Alejandría (195 d.C.)

En lo que a ustedes respecta, ustedes son extranjeros en este mundo, ciudadanos de Jerusalén, la ciudad que está en el cielo. Nuestra ciudadanía, dice el apóstol, está en los cielos. Tertuliano (212 d.C.)

Todo celo en la búsqueda de gloria y honor está muerto en nosotros. De modo que nada nos presiona a participar en sus reuniones públicas. Además, no hay otra cosa más totalmente ajena a nosotros que los asuntos del Estado. Reconocemos un único dominio que lo abarca todo: el mundo. Tertuliano (195 d.C.)

A aquellos enemigos de nuestra fe que quisieran exigir que tomáramos armas para defender el imperio y matar a los hombres, respondemos: ‘Los sacerdotes de ustedes que sirven [a sus dioses]... ¿no guardan sus manos de sangre para que puedan ofrendar los sacrificios estipulados a los dioses suyos con manos no manchadas y libres de la sangre humana?’ Aun cuando hay guerra cercana, ustedes no reclutan a los sacerdotes para sus ejércitos. Si ésta, pues, es costumbre alabada, ¿cuánto más deberían [los cristianos] servir como sacerdotes y ministros de Dios, guardando puras las manos, mientras otros se involucran en la batalla? Orígenes (225 d.C.)

Nosotros tenemos por patria el paraíso. Cipriano (250 d.C.)

¿Cómo puede un hombre justo odiar, despojar y llevar a la muerte? Sin embargo, aquellos que luchan por servir a su país hacen todo esto… Cuando ellos hablan de los deberes relacionados a la guerra; sus palabras no corresponden a la justicia ni a la virtud verdadera. Más bien, sólo pertenece a esta vida y a las instituciones civiles. Y eso no es justicia. Lactancio (304-313 d.C.)

VER TAMBIÉN CARGOS PÚBLICOS; GUERRAS; IGLESIA Y EL ESTADO, LA; IMPUESTOS; NO RESISTENCIA

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