SATANÁS

Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás. Job 1:6

Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura… Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. Ezequiel 28:12-15

Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. Lucas 22:31-32

Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de ustedes. Santiago 4:7

Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. Apocalipsis 12:9

Ahora bien, grande es la diferencia que hay entre los dos caminos (de la luz y de las tinieblas). Porque sobre el uno están apostados los ángeles de Dios, portadores de luz; sobre el otro, los ángeles de Satanás. Y el uno es Señor desde los siglos y hasta los siglos; el otro es el príncipe del presente siglo de la maldad. Bernabé (70-130 d.C.)

Porque cuando se congregan con frecuencia, los poderes de Satanás son abatidos; y sus asechanzas acaban en nada frente a la unidad de su fe. Ignacio (105 d.C.)

Así pues, ansío ser manso, con lo cual el príncipe de este mundo es reducido a la nada. Ignacio (105 d.C.)

Pero no temas al diablo; pues si temes al Señor, te enseñorearás del diablo, porque no hay poder en él. [Porque] de aquel en quien no hay poder, tampoco hay temor; pero a aquel cuyo poder es glorioso, a éste hay que temer. Porque todo aquel que tiene poder es temido, en tanto que el que no tiene poder es despreciado por todos. Pero teme las obras del diablo, porque son malas. Cuando tú temas al Señor, temerás las obras del diablo y no las harás, sino que te abstendrás de ellas. Hermas (150 d.C.)

“Señor,” le dije, “el hombre está ansioso de guardar los mandamientos de Dios, y no hay uno solo que no pida al Señor que le confirme en sus mandamientos, y sea sometido a ellos; pero el diablo es duro y se enseñorea de ellos.” “No puede enseñorearse de los siervos de Dios,” dijo él, “cuando ponen su esperanza en El de todo su corazón. El diablo puede luchar con ellos, pero no puede vencerlos. Así pues, si le resisten, será vencido, y huirá de ustedes avergonzado.” Hermas (150 d.C.)

Así también el diablo viene a todos los siervos de Dios para tentarles. Todos los que tienen una fe completa, se le oponen con poder, y él los deja, no teniendo punto por el cual pueda entrar en ellos. Así que va a los otros que están vacíos y, hallando un lugar, entra en ellos, y además hace lo que quiere en ellos, y pasan a ser sus esclavos sumisos. Hermas (150 d.C.)

El diablo nos ataca como eterno adversario y quiere arrastrar a todos hacia él. Justino Mártir (160 d.C.)

Mas ahora, en estos últimos tiempos, el mal se extiende entre los hombres, no sólo haciéndolos apóstatas; sino que, mediante muchas invenciones, los ha hecho blasfemar contra el Creador; quiero decir, por medio de todos los herejes de los que he hablado. Ireneo (180 d.C.)

El había sembrado semilla buena en su campo, y dice: “El campo es el mundo; pero mientras los hombres dormían, el enemigo vino y sembró encima cizaña entre el trigo, y se marchó.” Desde entonces el enemigo es el ángel apóstata, desde el día en que tuvo celos de la criatura de Dios, y se empeñó en hacerla enemiga de Dios…. El afirmó que algunos de los ángeles pertenecen al diablo, y para ellos se preparó el fuego eterno. También dice en la parábola de la cizaña: “La cizaña son los hijos del maligno.” Por eso debemos decir que vinculó a todos los apóstatas a aquel que es el iniciador de la transgresión. Ireneo (180 d.C.)

En efecto, nada se halla (en la Escritura) que el diablo haya hecho, pues él mismo es una criatura de Dios, como lo son los demás ángeles… Y como Dios creó todas las cosas, pero el diablo se convirtió en causa de la apostasía propia y de los otros, con justicia la Escritura a quienes perseveran en la apostasía siempre los llama hijos del diablo y ángeles del maligno. Ireneo (180 d.C.)

Mas el diablo, siendo un ángel apóstata, puede hacer solamente lo que hizo desde el principio: seducir y arrastrar la mente del hombre a transgredir los mandatos de Dios, y cegar poco a poco los corazones de aquellos que se dedican a servirlo; de este modo les hace olvidar al verdadero Dios, y adorarlo a él como si fuese Dios. Ireneo (180 d.C.)

Y no sólo por lo que hemos dicho, sino también por lo que sucederá bajo el poder del Anticristo, se prueba que el diablo, siendo apóstata y ladrón, quiere ser adorado como Dios; y se quiere proclamar rey, siendo un siervo. Porque él, recibiendo todo el poder del diablo, vendrá no como rey justo o legítimo sujeto a Dios, sino como impío, injusto y sin ley, como apóstata, inicuo y homicida, como un ladrón que recapitulará en sí la apostasía del diablo. Ireneo (180 d.C.)

Bien escribió Justino que antes de la venida del Señor, Satanás nunca se había atrevido a blasfemar contra Dios, pues ignoraba sobre su condenación, ya que los profetas habían hablado de él en parábolas y alegorías. En cambio, una vez que vino el Señor, por las palabras de Cristo y de los apóstoles supo claramente que, por haberse separado de Dios por su propia voluntad, ha sido preparado para él el fuego eterno, así como para todos los que sin arrepentirse perseveran en la apostasía. Ireneo (180 d.C.)

El ángel lo sedujo, celoso y envidioso del hombre por los numerosos dones con que Dios le había colmado. Y al persuadirle la desobediencia al mandato divino, provocó su propia ruina al mismo tiempo que hacía al hombre pecador. El ángel, convertido así en jefe y guía del pecado, fue castigado por haber ofendido a Dios, y consiguió al mismo tiempo que el hombre fuera expulsado del jardín. Y porque con su intento se rebeló y apostató de Dios, fue llamado en hebreo Satán, es decir, apóstata, aunque también le dicen diablo… Mas el ángel rebelde, el mismo que impulsó al hombre a la desobediencia, que le había hecho pecador y causado su destierro del jardín, no contento con el primero, obró un nuevo daño, esta vez sobre los dos hermanos; porque llenando a Caín de su propio espíritu le hizo fratricida. Ireneo (180 d.C.)

Nada puede el diablo contra los siervos del Dios vivo, si no es por permiso de Dios, el cual, o quiere destruir al diablo por medio de la fe de los elegidos que sale victoriosa en la tentación, o quiere mostrar que son del diablo aquellos que se pasan a sus filas. Así, tienes el ejemplo de Job, a quien el diablo no hubiera podido atacar con tentación alguna si no hubiera recibido el permiso de Dios... Y de la misma manera el diablo tuvo que pedir permiso para tentar a los apóstoles...pues el Señor dice a Pedro en el evangelio: “Miren que Satanás ha pedido para sacudirlos como el trigo: pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe”; es decir, que no se permitirá al diablo llegar hasta tal extremo que su fe fuese puesta en peligro… Ni siquiera sobre aquel rebaño de cerdos tuvo la legión del diablo poder alguno hasta que no lo consiguió de Dios: mucho menos tiene poder sobre los que son ovejas de Dios. Tertuliano (197 d.C.)

Dios envía a sus propios ángeles sobre sus fieles servidores, para que ninguno de los ángeles rebeldes, ni incluso el que es llamado el “príncipe de este mundo,” pueda hacer algo contra aquellos que se han entregado a sí mismos a Dios. Orígenes (225 d.C.)

Los nombres de Diablo, Satanás, Maligno, Enemigo de Dios son mencionados en muchos pasajes de la Escritura. Orígenes (225 d.C.)

A nosotros se nos opone el diablo para que nuestra mente y vida no esté totalmente sumisa a Dios; por eso pedimos y rogamos que se cumpla en nosotros la voluntad de Dios. Cipriano (250 d.C.)

Satanás tiende trampa a todos… Él ataca con astucia a los que conocen a Dios para poder atraparlos con deseos y lascivias… O si esa estrategia no funciona, trata de derribarlos por la fuerza y la violencia. Lactancio (304-313 d.C.)

VER TAMBIÉN ÁNGELES (III. Ángeles caídos); DEMONIOS

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